Wall Street nunca pierde el ritmo, incluso en medio del caos de las criptomonedas. Cuando FTX, que alguna vez fue un titán en el mundo del intercambio de criptomonedas, cayó en bancarrota en noviembre de 2022, los inversores inteligentes del ámbito financiero tradicional ya se estaban posicionando para obtener ganancias.

Medidas oportunistas en medio de la crisis

Inmediatamente después del colapso de FTX, el precio de las reclamaciones contra la empresa se desplomó, cotizándose por apenas unos centavos de dólar. Firmas de inversión veteranas como Attestor, Farallon, Oaktree y Silver Point capitalizaron la agitación. Estos jugadores, acostumbrados al juego de alto riesgo de los activos en dificultades, comenzaron a adquirir activos por tan solo 20 centavos por dólar. Apostaron por la eventual recuperación de los activos de FTX, una apuesta que requeriría paciencia y buen ojo para calcular el momento oportuno.

A medida que se desarrollaba el procedimiento de quiebra, la tarea que teníamos entre manos era clara: liquidar todos los activos que FTX había tocado (desde tokens digitales hasta participaciones de capital de riesgo) y convertirlos en efectivo. Esta venta masiva coincidió con un aumento en los valores de las criptomonedas, inflando los rendimientos de estos activos en dificultades. En poco tiempo, los activos que alguna vez parecieron casi inútiles se cotizaban cerca de su valor total.

A pesar de la complejidad de la situación, incluidas reclamaciones contrapuestas de entidades gubernamentales como el Departamento de Justicia y el IRS, el plan de reestructuración avanzó rápidamente. Bajo la dirección de John Ray III, el nuevo director ejecutivo encargado de superar la quiebra, FTX logró trazar un camino hacia una recuperación significativa para sus acreedores. El marcado contraste con las liquidaciones prolongadas del pasado, como las que siguieron a los escándalos de Enron y Lehman Brothers, destacó la eficiencia del proceso esta vez.

La ganancia inesperada de la espera

La paciencia dio buenos resultados para aquellos que tuvieron la previsión de invertir en las asediadas reclamaciones de FTX. El valor nominal total de estas reclamaciones fue de alrededor de 12.000 millones de dólares, pero con los activos liquidados y la recuperación del mercado, se prevé que las recuperaciones totales superen los 15.000 millones de dólares. Esto representa una ganancia asombrosa, que beneficia en gran medida a los pocos que se atrevieron a apostar contra corriente.

Mientras tanto, los titulares típicos de cuentas FTX enfrentaron emociones encontradas. Aunque el plan proponía un retorno de 118 centavos por dólar basado en los precios de las criptomonedas en su nivel más bajo en 2022, estas personas se perdieron los dramáticos repuntes de precios que siguieron. Su recuperación, por sustancial que parezca, no aprovechó plenamente la recuperación del mercado.

La narrativa de la caída y redención parcial de FTX es un testimonio de la perspicacia de Wall Street para afrontar desastres financieros. Si bien la comunidad criptográfica había anunciado plataformas como FTX como pioneras de la democratización financiera, las viejas guardias de las finanzas, armadas con experiencia y capital, fueron quienes surgieron en condiciones de dictar los términos.

A pesar de que la resolución parece favorable, ya que casi todos los pequeños acreedores se recuperarán plenamente, la historia más amplia es un recordatorio de la resiliencia y la profundidad estratégica de las finanzas tradicionales. Las acciones rápidas y estratégicas de las empresas de inversión en medio del colapso de FTX ilustran un tema más amplio: en el mundo de las altas finanzas, el momento oportuno y la experiencia a menudo triunfan sobre la agitación.

Mientras los detalles finales del plan de quiebra esperan la aprobación judicial, las partes interesadas de todo el espectro financiero están observando de cerca. La saga de FTX está lejos de ser un evento solitario. Más bien, es un indicador claro de cómo el sistema financiero se adapta y prospera, incluso cuando el terreno cambia debajo de él.