De vuelta en 2013, un hombre alemán llamado Peter intentó la minería de Bitcoin solo por diversión. No era realmente experto en tecnología, pero había leído que algunas personas estaban ganando dinero minando cripto. Así que descargó un software de minería al azar y puso a trabajar su viejo portátil mientras hacía su trabajo diario. Pero la minería se volvió aburrida rápidamente: estaba calentando su portátil y haciendo demasiado ruido. Después de unas semanas, se rindió, desinstaló el software y siguió con su vida.
Avancemos hasta 2017. Los precios de Bitcoin habían comenzado a dispararse, y de repente, todos los medios de comunicación hablaban de cuánto valía un Bitcoin. Peter había olvidado por completo su experimento de minería, hasta que un día, escuchó a sus compañeros de trabajo hablar sobre cómo Bitcoin estaba rompiendo récords. Pensó: “Espera, ¿no miné un par de esos?”
Curioso, sacó su portátil, que para ese momento estaba en un rincón polvoriento bajo un montón de libros. Después de un esfuerzo (y muchos problemas de funcionamiento porque el portátil apenas funcionaba), logró encenderlo y revisar su antigua billetera de Bitcoin.
Y allí estaba: unas impresionantes 500 Bitcoins que había minado en 2013, ahora valorados en millones. Pero había un inconveniente: Peter nunca había anotado la contraseña. Intentó todo lo que se le ocurrió, pero no pudo descifrarla. Desesperado, contactó a algunos amigos hackers para que lo ayudaran a adivinarla, ofreciéndoles una parte de la fortuna si tenían éxito.
Después de meses de intentos fallidos y una montaña rusa de emociones, Peter finalmente se rindió, considerándolo su “oportunidad perdida” para la fortuna. ¿El giro final? Después de que su historia se volvió viral, recibió tanta atención en línea que algún buen samaritano anónimo (o hacker) logró adivinar la contraseña basándose en los detalles de la vida de Peter que compartió en línea, y transfirió la cantidad total a la billetera de Peter, dejándole una nota: “Sigue teniendo suerte, amigo mío. Algunas personas tienen segundas oportunidades.”