El joven se acercó al puesto de adivinación y dijo: "Mentiroso, ¿no dijiste que moriría anoche?".
La adivina estaba desconcertada: "No, mi adivinación nunca ha sido inexacta. Por cierto, ¿qué comiste anoche?"
Joven: "Tarta de queso".
El adivino se dio una palmada en el muslo: "¡Así es, el queso cambia el destino!