Después de años de bautismo, tengo una comprensión más profunda de la naturaleza humana después de los 30 años. He llegado a comprender que, a menos que la otra persona me pida consejo o pague por él, intentaré evitar ofrecer ayuda o consejo. Hay tres razones detrás de esto:

En primer lugar, la autoprotección es crucial. Al igual que los veterinarios que suelen ser mordidos, ser demasiado proactivo a la hora de ayudar a veces puede causarle problemas innecesarios.

Respetar la autoestima de los demás. La ayuda no solicitada puede dañar la autoestima de la otra persona al hacerle sentir que se está devaluando su valor.

Cada uno tiene su propia trayectoria de crecimiento. Si la otra persona no tiene voluntad de cambiar, ninguna ayuda será en vano. Lo que pueden necesitar es apoyo emocional y compañía, no nuestro consejo y ayuda.

No estoy defendiendo la apatía, pero estoy tratando de recordarles a todos que sean estratégicos al ayudar a los demás. Sin darme cuenta, he ofendido a personas debido a mi exceso de entusiasmo, y ahora entiendo que lo que la mayoría de la gente necesita no es ayuda directa, sino resonancia emocional y compañía.

Dejemos de lado nuestra obsesión por "ayudar a los demás" y respetemos la trayectoria de crecimiento de todos. Antes de acercarte, pregúntale a la persona si lo necesita en lugar de decidir cómo ayudarla. De esta manera, podemos ayudar verdaderamente a los demás en lugar de dejar que nuestros esfuerzos sean en vano.

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