Cada vez que el mercado sube, siento el impulso de comprar en la cima.

A mis 30 años, solo y buscando estabilidad, las criptomonedas llegaron a mi vida por recomendación de un amigo universitario. Al principio, parecía una oportunidad emocionante, pero pronto me dejé llevar por el FOMO. Con un salario modesto tras graduarme, empecé a invertir sin estrategia, comprando en los picos y quedándome atrapado en caídas posteriores.

Cuanto más subía el mercado, más arriesgaba, creyendo que el éxito estaba garantizado. Pero las pérdidas se acumularon rápidamente, junto con noches sin dormir, estrés y un golpe constante a mi confianza. En 2024 logré recuperar algo, pero la falta de planificación me llevó a perderlo todo nuevamente.

En mi peor momento, confesé mi situación a mis padres. Contra mis temores, no me juzgaron, sino que me ofrecieron apoyo. Fue un recordatorio de que, aunque los mercados sean impredecibles, siempre hay formas de volver a empezar con un enfoque más consciente. $AVA $USUAL