Las tasas de interés, especialmente las tasas de interés bajas, son a menudo utilizadas por los bancos centrales para fomentar el endeudamiento y el gasto. En los Estados Unidos, la Reserva Federal ha mantenido las tasas de interés cerca de cero desde la crisis financiera de 2008 en un esfuerzo por estimular la economía. En Europa, el Banco Central Europeo también ha mantenido las tasas de interés bajas en un esfuerzo por impulsar el crecimiento. Históricamente, los bancos han tomado depósitos de los clientes y utilizado esos depósitos, junto con su propio capital, para otorgar préstamos a empresas e individuos. La tasa de interés cobrada en estos préstamos es típicamente más alta que la tasa de interés pagada en depósitos, y la diferencia entre las dos tasas se conoce como el margen de interés neto. Cuando las tasas de interés son bajas, los márgenes de interés neto de los bancos se ven presionados, ya que están pagando más intereses en depósitos de lo que están ganando en préstamos. Para compensar el impacto de las tasas de interés bajas en su rentabilidad, los bancos han estado asumiendo más riesgos en los últimos años. Han estado otorgando más préstamos a prestatarios de alto riesgo y también han estado invirtiendo en activos más arriesgados, como capital privado y fondos de cobertura. Esto ha llevado a preocupaciones de que los bancos se están volviendo demasiado arriesgados. En un esfuerzo por abordar estas preocupaciones, los reguladores han estado tomando medidas para aumentar la cantidad de capital que los bancos están obligados a mantener. Esto hará que los bancos sean menos propensos a fracasar en caso de una crisis financiera. Sin embargo, también hará que sea más difícil para los bancos prestar dinero, lo que podría ralentizar aún más el crecimiento económico.