La economía china se está desmoronando ante nuestros propios ojos. El rendimiento de los bonos gubernamentales a 10 años acaba de caer por debajo del 1,60% por primera vez en la historia, lo que envía un mensaje claro: no se trata de una desaceleración común y corriente.
Los inversores están abandonando los bonos chinos, ¿y quién puede culparlos? Mientras el rendimiento de los bonos estadounidenses se dispara, el de los chinos se desploma, ampliando la brecha a un récord de 296 puntos básicos. Eso significa que las inversiones estadounidenses libres de riesgo ahora pagan casi 300 puntos básicos más que sus contrapartes chinas.
Lo que es peor, China está sumida en una deflación que es mucho más destructiva que la inflación que afecta a Estados Unidos. La caída de los precios erosiona las ganancias, sofoca los salarios y perjudica el crecimiento económico. Si a esto le sumamos un mercado inmobiliario en decadencia que ha acabado con 18 billones de dólares de riqueza desde 2021, las grietas en la fachada económica de China son imposibles de ignorar.
Colapso inmobiliario y pérdidas asombrosas
El sector inmobiliario chino fue una mina de oro en el pasado. Ahora es un agujero negro. Desde 2021, los valores de las propiedades se han desplomado, borrando 18 billones de dólares de riqueza, según Barclays. El índice inmobiliario de alto rendimiento, que sigue la deuda de riesgo en el sector, ha caído más del 80% desde su punto máximo.
Las ventas de viviendas se han desplomado: han caído más del 50% en solo tres años. Para ponerlo en contexto, esto es peor que lo que ocurrió en Estados Unidos durante la crisis financiera de 2008.
Y no son sólo los compradores de viviendas los que están sintiendo la presión. La deuda del sector privado en China se ha disparado, superando el 200% del PIB por primera vez en la historia. Eso es alrededor de 70 puntos porcentuales más que el pico de 2008. En cambio, Estados Unidos ha reducido la deuda del sector privado desde entonces.
Desesperada por detener la hemorragia, China lanzó una serie de medidas de estímulo a fines de 2024. Recortó los requisitos de reserva en un 0,5%, recortó las tasas hipotecarias e inyectó 142.000 millones de dólares a los bancos. Pekín también redujo la tasa de recompra inversa a siete días en un 0,2% e inició lo que llamó recortes de tasas "enérgicos". Pero nada de esto ha sido suficiente para solucionar los problemas más profundos.
Incluso el presupuesto del gobierno está al límite. Se prevé que el déficit alcance el 4% del PIB en 2025, el nivel más alto desde 1994. Durante años, Pekín se impuso un límite del 3%, una regla que ahora está dispuesta a romper en un intento de apuntalar la economía.
Los aranceles estadounidenses y sus implicaciones globales
Los problemas de China no son sólo internos. Trump, de regreso en la Casa Blanca, ha prometido aumentar los aranceles a las importaciones chinas al 60%. Si sigue adelante, eso reduciría a casi nada un flujo comercial de 575.000 millones de dólares, según Bloomberg. Los efectos serían devastadores para la economía china, que depende de las exportaciones.
Mientras tanto, Pekín está apostando fuerte por el oro. Los precios del metal se han disparado a máximos históricos a medida que China compra en grandes cantidades. Los analistas ven esto como una protección contra la inestabilidad, pero es una estrategia que indica una falta de fe en otras opciones de recuperación.
El sufrimiento económico también está amplificando la desigualdad. Si bien el 32% de la población china se había sumado a la clase media en 2021, más de la mitad aún vive en inseguridad económica.
Y los mercados globales no son inmunes a la crisis china. Las acciones, las materias primas y los rendimientos de los bonos en todo el mundo se están preparando para los efectos dominó. Los 411.000 millones de dólares en bonos especiales del Tesoro que China planea emitir en 2025 podrían brindar cierto alivio, pero el escepticismo es alto.
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