Liam era un estudiante universitario sin dinero con una montaña de deudas, una dieta de fideos instantáneos y una imaginación hiperactiva. Pasaba la mayoría de sus noches desplazándose por foros de criptomonedas, riendo de la gente que hacía publicidad de memecoins ridículas con nombres como DoggyDoo y FrogFiesta.
Una noche fatídica, impulsado por la cafeína y el aburrimiento, Liam se topó con un nuevo lanzamiento de memecoin: MoonPepe. El logo de la moneda era una rana mal dibujada en un traje de astronauta, y su lema decía: “¡Envía a Pepe a la luna!” Los comentarios estaban llenos de promesas de ganancias de 1000x.
Liam se rió y pensó, ¿por qué no? Tenía $50 en su billetera de criptomonedas, sobrantes de un fallido experimento de NFT. Compró 10 mil millones de tokens de MoonPepe y se fue a la cama, asumiendo que acababa de desperdiciar el equivalente a una semana de compras de comestibles.
A la mañana siguiente, Liam se despertó en medio del caos. Su inversión de $50 había triplicado durante la noche. Twitter de criptomonedas estaba en llamas con memes y hashtags como #PepeToTheMoon siendo tendencia mundial. Los influencers estaban publicando videos de sí mismos en disfraces de ranas, promoviendo la moneda.
Al final del día, sus $50 se habían convertido en $5,000. Liam no podía creerlo. Caminaba por su habitación de estudiante, sudando a mares. ¿Debería vender o mantener?
Su compañero de cuarto, Jake, un auto-proclamado “experto” en criptomonedas, entró y dijo: “Hermano, ¿estás manteniendo, verdad? El verdadero dinero está en la segunda subida.”
Así que, Liam mantuvo.
Durante la semana siguiente, MoonPepe se convirtió en un fenómeno cultural. Estaba por todas partes en TikTok, en transmisiones de Twitch, e incluso mencionado en la televisión nocturna. Los $5,000 de Liam se convirtieron en $50,000. Pero con cada subida viene una caída.
Una mañana, Liam notó una caída abrupta en el precio de la moneda. El pánico se apoderó de las redes sociales. El término “rug pull” se estaba mencionando por todas partes. El corazón de Liam se aceleró mientras sus $50,000 caían a $20,000 en minutos.
Desesperado, se unió a un grupo de Telegram para poseedores de MoonPepe, donde la gente gritaba entre sí en mayúsculas. De repente, una cuenta misteriosa llamada “FrogFather” publicó:
“GRANDES NOTICIAS EN CAMINO. MANTEN FUERTE.”
Liam apretó sus puños y mantuvo.
Unas horas más tarde, el equipo de MoonPepe anunció una asociación con una enorme compañía de videojuegos para lanzar un metaverso temático de Pepe. El precio se disparó. La inversión de Liam se elevó a $500,000.
Incapaz de contener su emoción, retiró la mitad y se dio un capricho en una frenética jornada de compras: un coche nuevo, una PC para juegos y un suministro de fideos para un año (de la buena clase).
Pero la verdadera acción apenas comenzaba.
Otra memecoin llamada TurboToad fue lanzada, afirmando ser el “asesino de Pepe”. Rápidamente ganó tracción, y la comunidad de MoonPepe fue a la guerra. Los memes inundaron Internet: ranas contra sapos, cada lado acusando al otro de ser un fraude.
Liam, ahora profundamente invertido en el éxito de MoonPepe, se convirtió en un guerrero del teclado, publicando memes y uniendo a la comunidad. La batalla alcanzó su punto máximo cuando el fundador de TurboToad desafió al equipo de MoonPepe a un combate de boxeo literal, transmitido en vivo por Twitch.
El evento atrajo a millones de espectadores, y MoonPepe emergió victorioso, tanto en el ring como en las listas.
Con el precio de MoonPepe en su punto más alto, Liam decidió retirar el resto de sus inversiones. Se alejó con $2.5 millones, suficiente para pagar sus préstamos estudiantiles, comprar una casa y invertir en activos más estables.
Mientras miraba su cuenta bancaria, Liam pensó en lo absurdo que todo era. Había pasado de comer fideos en una pequeña habitación de estudiante a la libertad financiera—todo gracias a una memecoin con una rana en un traje espacial.
En el salvaje oeste de las criptomonedas, la fortuna favorece a los valientes, a los tontos y a aquellos con un muy buen sentido del humor. Pero recuerda: los memes pueden hacer millonarios, pero el tiempo lo es todo.