La política comercial de Estados Unidos finalmente ha llegado a una conclusión. Aunque el resultado es digno de lamento, también era previsible.
Primero, Estados Unidos, como la economía más grande del mundo, ha mantenido una sorprendente unanimidad en su postura política entre los estados y sectores. Esta formación de consenso no es un producto de corto plazo, sino el resultado de una acumulación a largo plazo. Una vez que se forma un consenso, cambiar sus percepciones no es tarea fácil, requiere tiempo y un esfuerzo continuo.
Segundo, sus decisiones tienen un profundo impacto en nuestra economía. Si Estados Unidos impone aranceles sobre los productos chinos y Europa sigue su ejemplo, sin duda esto ejercerá una enorme presión sobre nuestras exportaciones. El alguna vez brillante estatus de "fábrica del mundo" podría enfrentar serios desafíos.
Tercero, la competencia en el mercado internacional se volverá más intensa. Si tanto Estados Unidos como Europa restringen el acceso al mercado, nuestra competitividad en el ámbito internacional podría disminuir drásticamente. Buscar nuevos mercados de exportación y ajustar la estructura industrial se convertirán en tareas urgentes para nosotros.
Cuarto, debemos reconocer que los cambios en el entorno externo son incontrolables, pero podemos ajustar nuestra situación, a través de la innovación tecnológica y la actualización industrial, para aumentar el valor agregado y la competitividad de nuestros productos.
Creo que, ante la presión externa, no debemos desanimarnos, sino convertir la presión en motivación, acelerar el ritmo de transformación y actualización, y abrazar al mundo con una postura más abierta, enfrentando los desafíos.