Había un hombre sabio que siempre llevaba consigo una bolsa de semillas a dondequiera que iba. Cada vez que conocía a alguien, le daba una semilla y le decía: “Cuando encuentres tiempo, planta esta semilla y cuídala, y espera a ver qué crecerá de ella”.

Un día una niña le preguntó: “¿Por qué haces esto?”

El sabio respondió con calma: “Estas semillas, hija mía, representan el potencial dentro de cada ser humano. Depende de nosotros plantarlas y nutrirlas, o descuidarlas y abandonarlas”.

Moraleja del cuento: todos tenemos el potencial de crecer y desarrollarnos, pero se necesita esfuerzo y cuidado para alcanzar y realizar nuestro máximo potencial.