La reciente invitación del expresidente Donald Trump al cofundador de Microsoft, Bill Gates, para visitar su finca Mar-a-Lago en Florida ha levantado cejas, dado sus pasadas diferencias en temas como el cambio climático y la respuesta al COVID-19. Este gesto inesperado podría señalar un cambio en su relación, allanando potencialmente el camino para la colaboración en áreas como la tecnología, la filantropía o iniciativas de salud global. La inclinación de Trump por conectarse con figuras influyentes y la amplia experiencia de Gates tanto en la industria tecnológica como en la salud global, particularmente su trabajo en la distribución de vacunas, podría preparar el terreno para un diálogo significativo. Si esta reunión conduce a una nueva asociación o permanece como un intercambio casual entre dos figuras prominentes aún está por verse, pero seguramente captará la atención tanto en círculos políticos como empresariales.
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