La frase “Compra cuando haya sangre en las calles” ha intrigado durante mucho tiempo a los inversores con su imaginería dramática, pero sus orígenes están arraigados en verdaderas turbulencias históricas. Atribuida a Baron Rothschild, un prominente banquero del siglo XVIII de la famosa familia Rothschild, se dice que la frase surgió después del caos de las Guerras Napoleónicas. Se informa que Rothschild hizo una fortuna invirtiendo durante las secuelas de la Batalla de Waterloo en 1815, un momento en que los mercados financieros estaban en pánico.

La leyenda dice que Rothschild, aprovechando información privilegiada, compró bonos del gobierno británico a un precio muy bajo mientras otros entraban en pánico. Su calma en medio de la tormenta dio sus frutos cuando los mercados se recuperaron, consolidando su reputación como un maestro estratega. Aunque la veracidad de este relato exacto es debatida, la lección sigue siendo atemporal: los períodos de miedo generalizado y colapso del mercado a menudo brindan oportunidades raras para los audaces.

Este concepto va más allá de las finanzas; encarna el pensamiento contracorriente, instando a las personas a ver potencial donde otros ven desesperación. La frase ha sido reinterpretada a lo largo de siglos de crisis y recuperaciones del mercado, un grito de guerra para aquellos que se atreven a apostar por la recuperación cuando todo parece perdido. Hoy, es un mantra para la resiliencia, instando a los inversores a buscar oportunidades en las sombras del caos y la incertidumbre.