En primer lugar, Japón siempre ha admirado la cultura china, pero igualmente ha invadido nuestro país; el canciller alemán Bismarck, que era un hombre de acero, disfrutaba de la cultura francesa, pero igualmente golpeó a Francia. Pregunto a los defensores de la cultura, ¿acaso al gustar de la cultura de otro país se debe unirse a ese país? ¿Es solo una cuestión de postura?
En segundo lugar, después de la Restauración Meiji en Japón, se despojó de Asia y se occidentalizó por completo, vistiendo ropa occidental, celebrando la Navidad, comiendo comida occidental y bebiendo whisky, convirtiendo el whisky en el primer lujo del mundo... Si un país tiene una cultura lo suficientemente fuerte y confiada, no teme a las culturas extranjeras, sino que las acoge, se fusiona y se comunica. Japón aún conserva una poderosa cultura tradicional: dormir en tatami, comer sushi, beber sake, vestir kimonos, bailar danzas tradicionales y celebrar festivales tradicionales, admirar las flores de cerezo... Los primeros animes japoneses contenían una gran cantidad de elementos occidentales, especialmente los personajes que eran todos rubios, pero a través de años de esfuerzo, los cómics japoneses se han convertido en elementos culturales únicos en el mundo. Pregunto a los defensores de la pureza cultural, ¿se pueden volver fuertes solo rechazando y resistiendo?
En tercer lugar, el país siempre ha enfatizado una alta apertura, tiene confianza y amplitud, y tiene confianza estratégica. ¿Por qué algunos grupos de personas siguen cantando en contra del país, intentando retroceder en la historia, cerrarse al mundo y hacer las cosas a puerta cerrada? ¿Son ustedes remanentes de la dinastía Qing o traidores y vendepatrias?
En cuarto lugar, los traidores y vendepatrias sin distinción de colores y sabores les ponen etiquetas, primero maldicen a sus ancestros un par de veces. Lo más odioso es que bajo la bandera del patriotismo, crean divisiones, generan conflictos y caos, temiendo que el mundo no esté en desorden, como si en un mundo caótico tuvieran la oportunidad de robar, destruir y saquear.
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