Cuando llegue el Año Nuevo, conducirás tu Cullinan de regreso a casa, y tu tío te invitará calurosamente a sentarte en la mesa. La prima, a quien apenas has visto unas pocas veces, aún recuerda que no comes cebolla ni jengibre, y mientras charlan sobre la vida cotidiana, sacas un Maotai. El pollo es recién sacrificado, el pescado es salvaje, y los sobres rojos que entregas son gruesos y abundantes.

Cuando los mayores levantan sus copas, observan detenidamente tu expresión, insinuando que esperarán tu ayuda para conseguirle un trabajo a tu prima, diciendo: “Siempre he pensado que puedes hacerlo”.

Todo este escenario, se debe a que en diciembre de este año planeaste con anticipación $USUAL