La administración Biden ha decidido recortar la muy esperada subvención de la Ley CHIPS a Intel de 8.500 millones de dólares a menos de 8.000 millones. La reducción se produce tras una serie de retrasos en las inversiones de Intel en medio de otras dificultades dentro de la empresa.

Según los informes, el recorte de la financiación se vio influido por el contrato de 3.000 millones de dólares de Intel para producir chips para el ejército estadounidense. A pesar de que se le ofreció este lucrativo acuerdo de defensa, los problemas de rendimiento de Intel y los retrasos en los plazos de proyectos críticos en Ohio levantaron las alarmas.

Intel se había comprometido originalmente a terminar sus instalaciones de Ohio para 2025, pero ahora ha pospuesto la fecha de finalización hasta el final de la década.

Los retrasos de Intel arruinan los planes de fabricación de chips de Biden

Los problemas de Intel han ensombrecido los esfuerzos de la administración Biden por reactivar la fabricación nacional de semiconductores. La administración causó un gran revuelo cuando presentó la Ley CHIPS en 2022, asignando 39 mil millones de dólares para impulsar la producción de chips en Estados Unidos y reducir la dependencia de los proveedores asiáticos.

Intel, piedra angular del plan, presionó agresivamente para que se aprobara la ley y fue recompensada con enormes subvenciones, créditos fiscales y préstamos federales. Sin embargo, las demoras en los proyectos de Intel han alterado el ambicioso cronograma de la administración.

El propio Joe Biden viajó a Arizona a principios de este año para celebrar la adjudicación inicial de Intel, calificándola de un cambio radical para la industria de semiconductores de Estados Unidos. Pero la incapacidad de Intel para cumplir con sus propios plazos de construcción ha socavado esa narrativa.

Intel ha estado luchando por seguir siendo competitivo en una carrera global de semiconductores dominada por Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

Mientras que TSMC obtuvo recientemente una subvención de 6.600 millones de dólares en virtud de la Ley CHIPS y está invirtiendo más de 65.000 millones de dólares en sus fábricas de Arizona, Intel se enfrenta a su peor pérdida trimestral en décadas. El valor de mercado de la empresa se ha desplomado hasta los 106.000 millones de dólares, desde su pico de 500.000 millones de dólares en 2000.

El recorte de financiación es un duro golpe, pero no es el único problema de Intel. El reciente informe financiero de la empresa mostró una caída del 6% en las ventas y los esfuerzos en curso para eliminar 15.000 puestos de trabajo. Pat Gelsinger, el director ejecutivo de Intel, había posicionado a la empresa como un actor clave en el resurgimiento tecnológico de Estados Unidos.

Se reunió personalmente con más de 100 legisladores para impulsar la Ley CHIPS, e incluso asistió a un discurso sobre el Estado de la Unión como invitado del presidente Biden. Ahora, Intel se enfrenta a crecientes dudas sobre su capacidad para ejecutar sus ambiciosos planes.

Los funcionarios del Departamento de Comercio vincularon la financiación de Intel a hitos claros, entre ellos completar la construcción de la fábrica, producir chips y asegurar clientes para semiconductores fabricados en Estados Unidos.

Los repetidos retrasos de Intel y la falta de compromisos claros con los clientes han hecho que el gobierno reconsidere qué porcentaje del total de 39.000 millones de dólares debería destinarse a la empresa.

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