Brasil acaba de cancelar X, la red social de Elon Musk. La decisión fue dura el viernes después de que Elon se negara a cumplir las reglas establecidas por un juez brasileño. El país, hogar de más de 200 millones de personas, ahora está fuera del alcance de lo que solía ser Twitter.
El juez en cuestión fue Alexandre de Moraes. ¿Su razón? X no tenía un representante legal en Brasil, requisito que no se cumplió porque Elon cerró la oficina local de la empresa unos días antes.
Están cerrando la fuente número uno de verdad en Brasil https://t.co/RasqcQ3ySM
— Elon Musk (@elonmusk) 30 de agosto de 2024
Esto se produjo después de que Moraes amenazara con emprender acciones legales contra X por no eliminar cuentas que, según él, violaban las leyes brasileñas. Elon no se quedó de brazos cruzados. Respondió, calificó de ilegales las órdenes del juez y prometió romper el sello legal y publicarlas.
“La libertad de expresión es la base de la democracia y un pseudojuez no electo en Brasil la está destruyendo con fines políticos”, dijo Elon.
Mientras tanto, Moraes fue un paso más allá. Advirtió que cualquier persona en Brasil que intente acceder a X a través de una red privada virtual (VPN) se enfrentaría a una multa de casi 9.000 dólares por día.
Moraes también persiguió otros intereses comerciales de Elon en Brasil. Congeló las finanzas de Starlink, el servicio de Internet satelital de SpaceX, con el objetivo de cobrar 3 millones de dólares en multas que le había impuesto a X.
Starlink, que se ha vuelto muy popular en Brasil con más de 250.000 clientes, tampoco estaba dispuesta a rendirse. La compañía anunció planes para impugnar la orden e incluso insinuó que, si llegase el caso, haría que su servicio fuera gratuito en Brasil.
Elon y Moraes llevan meses en desacuerdo. El primero acusa al segundo de censurar las voces conservadoras con el pretexto de hacer cumplir la ley.
Por otro lado, Moraes acusa a Elon de obstruir los esfuerzos para limpiar la Internet de Brasil, que según él está contaminada con desinformación, discursos de odio y ataques a la democracia.
Moraes llamó a Elon un “proscrito” que quiere difundir mentiras y mantener a los votantes alejados de la verdad. Esta batalla está ahora en el centro de la misión del CEO de Tesla de hacer de X un refugio para la libertad de expresión, sin importar el costo para la empresa.
Desde abril, el multimillonario ha estado construyendo una narrativa en torno a Moraes, retratándolo como un enemigo principal de la libertad de expresión. Elon parece creer que la reacción pública contra la prohibición obligará a Moraes a dar marcha atrás.
Pero es una apuesta arriesgada. Cuanto más tiempo X permanezca inaccesible en Brasil, más perjudicará el negocio de Elon. Están en juego los ingresos, la cuota de mercado y la influencia.