En la Navidad de 2013, Javier, un niño de 10 años, sorprendió a su familia al pedir un bitcoin como regalo en lugar de juguetes. Fascinado por la idea de esa moneda digital, convenció a su padre de comprar uno, entonces valuado en $1,000.
El bitcoin quedó olvidado en una vieja computadora hasta años después, cuando Javier, ya adulto, la encontró mientras limpiaba el garaje. Al abrir su billetera virtual, descubrió que aquel regalo ahora valía $60,000.
Lo que empezó como un capricho navideño terminó siendo una lección de visión y paciencia, y la mejor inversión de su vida.