Bitcoin, al igual que una canción de Chavela Vargas, es un viaje de pasión e incertidumbre. Si pudiéramos comparar la criptomoneda con una de sus canciones, “La Llorona” sería perfecta. La letra habla de un amor intenso y doloroso, lleno de altibajos, como el que sienten los inversores de Bitcoin.
Así como en “La Llorona” se sufre por un amor que promete libertad y satisfacción, pero también trae angustia, Bitcoin atrae a sus seguidores con la promesa de independencia financiera. Sin embargo, la volatilidad constante de su valor trae consigo grandes riesgos. Al igual que con el amor en las canciones de Vargas, los inversores en Bitcoin viven entre la esperanza de algo extraordinario y la incertidumbre de lo que vendrá.
Bitcoin es, en esencia, una promesa de libertad que, como en las melodías de Vargas, requiere soportar el dolor para alcanzar algo sublime, aunque esa esperanza pueda ser fugaz.