Una startup de mil millones, una ilusión de IA y una red de facturación cruzada de
#InteligenciaArtificial Builder.ai fue, hasta hace poco, una de las startups más prometedoras del universo tecnológico. Con sede en Londres y un discurso agresivo que prometía democratizar el desarrollo de aplicaciones mediante inteligencia artificial, logró seducir a gigantes como Microsoft y captar más de 450 millones de dólares en inversión. Pero tras la fachada, lo que se escondía era menos ciencia de datos y más teatro contable. Ahora, la empresa se enfrenta a la bancarrota, acusaciones de fraude y una pérdida masiva de credibilidad.
De promesa tecnológica a operación inflada
La propuesta de valor de Builder.ai parecía sólida: una plataforma de "no-code" que usaba inteligencia artificial para construir aplicaciones de manera automatizada. Sin embargo, según las investigaciones reveladas por Bloomberg, esa supuesta IA era poco más que una pantalla. La verdadera operación estaba a cargo de más de 700 ingenieros en India, quienes realizaban manualmente lo que se suponía que hacía una IA avanzada.
Aún más grave es que, entre 2021 y 2024, Builder.ai habría mantenido un esquema de “round-tripping” con la empresa india VerSe Innovation. Ambos negocios se habrían facturado mutuamente sumas equivalentes, sin servicios reales a cambio, con el aparente fin de inflar sus ingresos presentados ante inversores y prestamistas.
¿Qué es el round-tripping y por qué es tan peligroso?
El round-tripping es una práctica fraudulenta en la que dos compañías simulan actividad económica real intercambiando pagos por servicios ficticios. Aunque legal en ciertas estructuras contractuales si hay justificación comercial, su uso para maquillar ingresos sin respaldo operativo es una distorsión grave que busca engañar al mercado. En este caso, Builder.ai habría recibido pagos de hasta 60 millones de dólares de VerSe, mientras devolvía cifras similares por conceptos como marketing.
Los informes indican que estos montos eran cuidadosamente programados para evitar sospechas, aunque en la práctica se neutralizaban: ni VerSe ni Builder.ai ganaban nada real, más allá de construir una ilusión de facturación y crecimiento.
Builder.ai: un unicornio con pies de barro
Con una valoración cercana a los 1.500 millones de dólares y una red de inversores que incluía a Microsoft, Insight Partners y la Autoridad de Inversiones de Catar (QIA), Builder.ai se posicionó como la nueva joya de la revolución IA post-ChatGPT. Microsoft incluso planeaba integrar su tecnología en Microsoft Teams y Azure, lo que daba a la startup una validación de alto nivel.
Pero según Bloomberg, en su desesperación por mantener el entusiasmo inversor, la empresa llegó a exagerar en un 300% sus ingresos proyectados para 2024. Esta cifra inflada fue determinante para que los acreedores congelaran sus activos y precipitaran el colapso.
El socio incómodo: VerSe Innovation
VerSe, por su parte, niega categóricamente cualquier implicación fraudulenta. Umang Bedi, su cofundador y ex director de Facebook India, afirmó que los servicios entre las empresas fueron verificados por auditorías independientes. Además, recalcó que no existió sincronía en los pagos ni evidencia de cooperación en un esquema simulado.
Pero los documentos filtrados y las personas con acceso a la información interna indican que las cifras de facturación y el momento de los pagos sugieren un patrón diseñado para aparentar ingresos.
Lo que agrava aún más la situación es que VerSe, valorada en más de 5.000 millones de dólares y dueña de apps como Dailyhunt y Josh, ya enfrentaba cuestionamientos sobre la solidez de sus controles internos. Su auditor Deloitte señaló, en el informe de marzo de 2024, múltiples debilidades operativas que podrían derivar en errores significativos en sus estados financieros.
¿Dónde está la inteligencia artificial?
Uno de los puntos más polémicos del caso es que Builder.ai no era, en esencia, una empresa de inteligencia artificial. A pesar de su branding agresivo y su narrativa basada en “automatización total con IA”, en la práctica sus servicios eran entregados manualmente por centenares de desarrolladores en India. Esto ha sido interpretado por muchos analistas como una violación del espíritu —y posiblemente de la letra— de las promesas hechas a sus inversores.
El colapso de Builder.ai se convierte así en una de las primeras grandes advertencias para el mercado sobre los peligros de la “IA de cartón”, es decir, productos que se visten de inteligencia artificial sin realmente tener esa capacidad.
El desplome: de CEO a bancarrota en tres meses
En febrero de 2025, Sachin Dev Duggal, fundador de Builder.ai, renunció como CEO. Fue reemplazado por Manpreet Ratia, quien intentó reformar la gobernanza de la empresa. Sin embargo, apenas tres meses después, Ratia informó por correo interno que la junta directiva había decidido declarar la empresa en concurso de acreedores.
El hecho marca una caída estrepitosa de una startup que hace apenas un año se codeaba con gigantes tecnológicos y aparecía en listas de empresas emergentes con mayor potencial.
¿Y los inversores? Silencio incómodo
Ni Insight Partners ni QIA han querido hacer comentarios sobre el colapso de Builder.ai. Microsoft, que había respaldado públicamente a la startup e incluso la consideraba “una nueva categoría de desarrollo”, también ha evitado pronunciarse.
Este silencio institucional es revelador. El apetito por encontrar “el próximo unicornio de la IA” llevó a muchos fondos a invertir sin el debido rigor, confiando más en las narrativas de marketing que en los fundamentos reales del negocio.
¿Qué lecciones deja el caso Builder.ai?
1. La narrativa no es suficiente
La promesa de una startup debe estar respaldada por tecnología real. El caso de Builder.ai muestra lo fácil que es maquillar un producto con buzzwords y esconder operaciones manuales detrás de una supuesta automatización.
2. El round-tripping no desaparece
Aunque no es un concepto nuevo, el round-tripping sigue vigente y puede pasar desapercibido si no se analizan profundamente los estados financieros. Este caso subraya la importancia de que los inversores y auditores profundicen más allá de los balances.
3. La IA sigue siendo un campo fértil para estafas
La fiebre por invertir en IA ha abierto la puerta a cientos de empresas que utilizan el término sin cumplir con los estándares que implica. La presión por captar capital ha creado un entorno propicio para exageraciones y fraudes.
4. La debida diligencia es irremplazable
La validación externa de los servicios prestados, la revisión minuciosa de los contratos y la verificación cruzada entre facturación y entregables deberían ser estándares mínimos en cualquier ronda de inversión seria.
Un escándalo que apenas comienza
La investigación sigue abierta. Las autoridades estadounidenses han citado a Builder.ai para entregar sus estados financieros, políticas contables y listas de clientes. Aunque la empresa ha optado por no comentar sobre este proceso legal, el escándalo podría tener implicaciones penales si se confirma la falsificación deliberada de ingresos y prácticas contables fraudulentas.
En paralelo, la reputación de VerSe también está en la mira. La cercanía entre sus fundadores, los patrones de facturación y los informes de auditoría cuestionan si su camino hacia una eventual IPO será posible sin una reestructuración profunda.
El precio de la ilusión tecnológica
El caso de Builder.ai es un recordatorio brutal de los riesgos que implica el frenesí inversor sin fundamentos. En un entorno donde basta con mencionar “inteligencia artificial” para captar millones, la vigilancia debe ser más rigurosa que nunca.
Builder.ai no solo traicionó la confianza de sus inversores, sino que también empañó la imagen de todo el sector de startups tecnológicas. La industria debe aprender de este caso para evitar repetir el patrón: promesas vacías, tecnología superficial y cifras maquilladas. Porque, en última instancia, no hay IA —ni magia— que pueda sostener una mentira durante demasiado tiempo.