Me sentí un poco conmovido cuando leí un pasaje: “La competencia entre personas puede parecer una competencia por casas, automóviles, dinero y rostro, pero en última instancia, la competencia es una competencia por el pensamiento, la cognición, el valor y el carácter. "
Bueno, en este mundo a menudo vemos personas compitiendo por propiedades, automóviles, dinero y estatus social.
En la superficie, estas actividades aparentemente materiales ocupan nuestra vista y nuestra mente, pero cuando pensamos profundamente, descubrimos que la verdadera competencia va mucho más allá de estas apariencias.
La verdadera competencia está en el nivel del pensamiento, en cómo miramos los problemas y cómo los solucionamos.
Está en la profundidad de la cognición, nuestra comprensión del mundo y nuestra percepción de la vida.
Es al nivel de los valores, los principios a los que nos adherimos y el significado que perseguimos.
En última instancia se trata de la calidad de nuestro carácter, nuestra integridad, bondad y responsabilidad.
Esta competencia no es un simple juego de suma cero, sino un proceso en evolución en el que aprendemos, crecemos y, en última instancia, logramos la autotrascendencia.
No sólo para ganarse el reconocimiento de los demás, sino también para realizar el propio valor y potencial.
No olvidemos nuestra intención original y sigamos nuestro propio camino.
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