Las expectativas tradicionales puestas sobre los hombres en el pasado han producido resultados inesperados.
No querer casarse es sólo el primer paso.
A medida que pasa el tiempo, la gente descubrirá que, sin las limitaciones del matrimonio, los hombres generalmente superan a las mujeres en su capacidad de buscar mejores condiciones de vida materiales.
Para los hombres, las funciones principales del matrimonio tienden a centrarse en dos aspectos: uno es satisfacer las necesidades sexuales y el otro es transmitir descendencia.
Si esto último se vuelve innecesario y lo primero puede lograrse mediante dinero, ¿será el matrimonio menos necesario?
Pensando más profundamente, cuando a algunas mujeres les resulta difícil satisfacer las necesidades superiores de la vida porque el matrimonio no puede brindarles suficiente seguridad material, ¿qué decisiones podrían tomar?
¿Es posible ir por caminos extremos, como conocemos ciertos fenómenos sociales?
Siguiendo las leyes básicas del mercado, cuando la oferta supera la demanda, los precios tienden a tender hacia el lado de la demanda.
Una vez que se forme este ciclo, tendrá consecuencias de gran alcance.
Supongamos que el precio de un determinado servicio se reduce a un nivel que el hombre promedio puede pagar cada semana,
En ese momento, ¿cuántos hombres estarían dispuestos a pagar altos obsequios y precios de compromiso por el matrimonio?
La productividad siempre ha sido la clave para promover cambios en las relaciones de producción.
Desde que la sociedad matriarcal se convirtió en una sociedad patriarcal, la posición dominante de las mujeres en la sociedad humana se ha ido desvaneciendo gradualmente.
Lo que vemos hoy es sólo un momento insignificante en la larga historia.
Al final todo vuelve a su estado más esencial.
