Estados Unidos acaba de promulgar nuevas reglas que otorgan al presidente la autoridad para limitar o bloquear el acceso a los activos digitales, incluidas las criptomonedas. Esta política generó preocupación entre los usuarios y las comunidades criptográficas de todo el mundo.
Esta regulación se considera controvertida porque se considera que limita la libertad y la privacidad en las transacciones que utilizan criptomonedas. Por un lado, el gobierno estadounidense sostiene que este paso es necesario para mantener la estabilidad del sistema financiero y evitar el uso indebido de las criptomonedas con fines ilegales como el lavado de dinero o la financiación del terrorismo. Sin embargo, por otro lado, los defensores de las criptomonedas consideran que esto es una extralimitación que amenaza la privacidad y la descentralización, los dos principios fundamentales detrás de la tecnología blockchain.
El 6 de junio, Scott Johnsson, una figura muy conocida en el ámbito de los activos digitales, criticó la nueva ley por su amplio alcance. Las regulaciones permiten al presidente de los EE. UU. bloquear protocolos o contratos inteligentes que el Secretario del Tesoro considere operados o proporcionados por infractores de sanciones extranjeras.
Según Johnsson, esta regulación puede interpretarse como el poder de prohibir a los usuarios a nivel individual, obligándolos a utilizar redes blockchain que cumplan con las reglas Know Your Customer (KYC) y blockchains autorizadas.
Uno de los puntos cruciales de esta nueva regulación es la definición muy amplia de "activos digitales". En este reglamento, los activos digitales no solo se refieren a criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, sino que incluyen todas las formas de representación de valor en formato digital registrado en un libro de contabilidad descentralizado y asegurado con criptografía. Esta definición tiene el potencial de abarcar varios tipos de criptoactivos, tokens de utilidad y otros activos digitales que pueden surgir en el futuro a medida que se desarrolle la tecnología.
Con este amplio alcance, el presidente de los EE. UU. tiene la autoridad para limitar o bloquear transacciones en activos digitales entre ciudadanos de los Estados Unidos y entidades extranjeras identificadas como relacionadas con actividades de financiamiento del terrorismo u otras organizaciones prohibidas. Sin embargo, no hay mayores detalles sobre el mecanismo y proceso para identificar a la entidad extranjera en cuestión.
Este paso se considera controvertido porque podría limitar la libertad de movimiento y la libertad de transacciones en activos digitales para los ciudadanos estadounidenses. Por otro lado, el gobierno sostiene que estas restricciones son necesarias para mantener la estabilidad del sistema financiero y la seguridad nacional al prevenir el uso indebido de activos digitales para actividades ilegales como la financiación del terrorismo o el lavado de dinero.
Varios analistas, incluido Johnsson, predicen que esta regulación tiene el potencial de fomentar la adopción de blockchain y criptomonedas centralizadas y sujetas a estrictos procesos de verificación de identidad del usuario (KYC). Predicen que los usuarios de activos digitales podrían verse obligados a cambiar a redes blockchain que se administran de forma centralizada y cuentan con permisos operativos oficiales de las autoridades.
Los defensores de las criptomonedas criticaron esta posibilidad como un intento de erosionar los principios de descentralización y anonimato en los que se basa blockchain y controlar estrictamente el ecosistema de activos digitales. Pero, por otro lado, el gobierno puede argumentar que este paso es necesario para prevenir el uso indebido de activos digitales para actividades ilegales como el financiamiento del terrorismo o el lavado de dinero, garantizando controles y supervisión adecuados.
Independientemente de los pros y los contras, esta regulación tiene el potencial de cambiar significativamente el panorama de la industria de activos digitales. Es posible que tanto los desarrolladores como los usuarios tengan que adaptarse a exigencias y requisitos de cumplimiento más estrictos si desean operar legalmente en la jurisdicción de los Estados Unidos.