La actual “guerra tecnológica” entre China y Estados Unidos está remodelando las relaciones y las cadenas de suministro globales. En este análisis, analizamos más de cerca la carrera de alto riesgo por el dominio en la fabricación de chips y descubrimos las estrategias e influencias que impulsan este enfrentamiento geopolítico.

Estados Unidos y China compiten cada vez más en el comercio y la producción de chips, hasta el punto de que se considera una guerra de chips entre las dos superpotencias.

En este análisis repasaremos todos los hechos y pasos que Beijing y Washington han dado hasta ahora para posicionarse mejor en el mercado de chips. Esto nos ayudará a comprender mejor la situación general y nos facilitará predecir lo que sucederá a continuación.

Porcelana

En 2014, China lanzó una estrategia de seguridad nacional más amplia, dando un primer paso importante para consolidar su posición en el mercado de la tecnología de semiconductores. La principal misión de esta estrategia, que sigue vigente hoy en día, es posicionar a China como la primera superpotencia tecnológica del mundo como parte de su objetivo de convertirse en una superpotencia global. Los líderes chinos se dan cuenta de que los microchips semiconductores son fundamentales para las tecnologías civiles y militares emergentes, para lograr sus objetivos geopolíticos a largo plazo y potencialmente superar a Estados Unidos como superpotencia dominante.

China ha logrado avances significativos en el avance tecnológico, superando las predicciones de la inteligencia occidental y los análisis de la industria. Por ejemplo, los programas de fusión civil-militar tienen como objetivo combinar tecnologías civiles con capacidades militares y desdibujar la línea entre aplicaciones civiles y militares.

Parte de una estrategia de seguridad nacional más amplia es reducir la dependencia de la tecnología occidental y llegar al punto en que pueda confiar en sí misma en áreas clave como los semiconductores. Por eso el presidente chino, Xi Jinping, ha pedido una mayor autonomía tecnológica para contrarrestar la influencia occidental y fortalecer la posición global de China. También han realizado importantes inversiones en su industria de semiconductores y al mismo tiempo han establecido objetivos ambiciosos para aumentar la autosuficiencia de los chips. Pero algunos objetivos, como alcanzar un 70% de autosuficiencia para 2025, han demostrado ser algo desafiantes.

Sin embargo, estos esfuerzos se han visto reforzados aún más por la continua presión de Estados Unidos en forma de crecientes restricciones comerciales y políticas que limitan la inversión y las exportaciones de tecnología china. Los microchips semiconductores son un foco de la estrategia de seguridad económica de Beijing. Como era de esperar, el conflicto de los microchips con Estados Unidos no estuvo exento de contramedidas. Por ejemplo, China ha acelerado sus esfuerzos para eliminar gradualmente los chips fabricados en el extranjero, especialmente los fabricados en Estados Unidos, y ha fijado una fecha límite para que las empresas de telecomunicaciones nacionales eliminen gradualmente los chips fabricados en el extranjero para 2027. La medida podría afectar particularmente a los fabricantes de chips estadounidenses como Intel y AMD. Causar daño financiero a la economía estadounidense.

China también ha encontrado una manera de eludir la prohibición de Washington de que Nvidia venda procesadores de inteligencia artificial de alta gama a China. Las universidades e instituciones de investigación chinas no compran procesadores directamente a Nvidia, sino a través de revendedores. No han faltado las críticas públicas, y funcionarios de Beijing criticaron a Estados Unidos por endurecer las normas comerciales. Destacaron que la medida aumenta los obstáculos y crea incertidumbre para la industria mundial de chips. China ha dado señales claras de que no abandonará la lucha, pero todo depende de qué tan rápido avance su tecnología.

En cuanto a Estados Unidos, cuando el presidente Biden asuma el cargo en 2021, las preocupaciones sobre el acelerado progreso tecnológico de China ya son muy evidentes. Estas preocupaciones se centran principalmente en el campo de la inteligencia artificial. A mucha gente le preocupa que China pueda superar a Estados Unidos en tecnología de semiconductores, lo que también amenazará el dominio tecnológico de Occidente sobre Oriente.

Es por eso que la UE y Estados Unidos comenzaron a enfatizar la seguridad económica al promover la globalización y la liberalización comercial, cambiando así sus políticas anteriores. También fue desencadenado por informes de que China supuestamente estaba adquiriendo tecnología occidental a través de proyectos y empresas conjuntas, lo que provocó interrupciones en las cadenas de suministro de materiales y equipos críticos.

Sin embargo, el punto de inflexión más importante en la política estadounidense en relación con la fabricación de microchips semiconductores es la introducción de la Ley CHIPS en agosto de 2022. El objetivo principal de la Ley CHIPS es promover los procesos nacionales de fabricación de semiconductores y protegerlos de posibles interrupciones. También incluye una tendencia a reducir la dependencia estadounidense de las importaciones, especialmente de China.

Además, Washington impone una serie de sanciones y controles de exportación para proteger su propiedad intelectual y sus intereses de seguridad nacional. Las sanciones incluyen restricciones a las exportaciones a China de equipos necesarios para producir chips avanzados, centrándose en chips de menos de 16/14 nanómetros.

El siguiente paso que da Estados Unidos es fortalecer algunas de sus alianzas. Están trabajando principalmente con los Países Bajos y Japón, que han endurecido los controles de exportación de equipos de fabricación de semiconductores de alto rendimiento. Además, para aislar aún más a China, la Casa Blanca propuso el establecimiento de una alianza Chip 4 con Japón, Corea del Sur y Taiwán, con el objetivo de mejorar la resiliencia de la cadena de suministro de semiconductores del este de Asia.

Taiwán desempeña un papel crucial en este conflicto chino-estadounidense, ya que produce una gran parte de los chips más avanzados del mundo. Su liderazgo tecnológico, diversidad de proveedores y resiliencia la convierten en una piedra angular para fortalecer la cadena de suministro de semiconductores. Tanto Beijing como Washington quieren aumentar su influencia en Taiwán para aprovechar mejor la amplitud de la producción de chips de Taiwán.

¿Que esperar?

La competencia entre China y Estados Unidos en este ámbito comenzó durante la presidencia de Donald Trump y ha continuado durante la presidencia de Joe Biden. Esto refleja un raro consenso bipartidista en el Congreso de Estados Unidos para desafiar las ambiciones tecnológicas de China. Para China, por otra parte, el liderazgo global es una cuestión de orgullo nacional, omnipresente bajo el presidente Xi Jinping.

La guerra tecnológica en expansión se manifiesta en varias áreas, en particular la fabricación de chips y la tecnología verde. La fabricación de chips es fundamental para el procesamiento de la información y la tecnología verde es cada vez más importante para la economía global. China y Estados Unidos compiten por el dominio en estas áreas.

The Economist afirmó en un artículo titulado "La guerra tecnológica está a punto de entrar en una nueva y feroz fase" que, independientemente del resultado de futuras elecciones estadounidenses, es probable que el próximo presidente siga desafiando el progreso tecnológico de China. Esto se hace eco de los esfuerzos concertados de Washington para contrarrestar la creciente influencia de China en las tecnologías avanzadas.

The Economist añadió que también es posible que aumenten las tensiones y que Estados Unidos adopte una actitud más agresiva en futuras administraciones. Esto podría implicar ampliar los controles y sanciones a las exportaciones más allá de empresas como Huawei hacia otras empresas tecnológicas chinas. Tales acciones pueden desencadenar medidas de represalia por parte de China y agravar aún más el conflicto.

El fabricante taiwanés de chips TSMC, que tiene importantes inversiones en China, podría verse presionado por el gobierno estadounidense para limitar sus operaciones allí. Esto también podría sucederles a otras empresas extranjeras que hacen negocios en China y se encuentran atrapadas en el fuego cruzado de este conflicto.

A pesar de ganar algunos aliados, Estados Unidos puede necesitar ayuda de otros socios, particularmente en Europa y Asia. El enfoque de Washington hacia la tecnología y China podría afectar sus relaciones con algunos aliados, ya que las diferencias en las prioridades podrían tensar las alianzas y potencialmente complicar los esfuerzos por presentar un frente unido contra las ambiciones tecnológicas de China.

El conflicto entre las dos grandes potencias sin duda dejará una profunda huella en la economía mundial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que cancelar el comercio de alta tecnología entre los dos países podría costar hasta 1 billón de dólares al año, equivalente al 1,2% del PIB mundial. Es de interés general resolver este conflicto lo antes posible, aunque todo indica que no sucederá pronto.

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