Imagine un mundo en el que no necesite dinero físico para realizar pagos. ¡Con la creciente popularidad de las transacciones sin efectivo, esta realidad futurista está cada vez más cerca que nunca!
En este artículo, exploremos los pros y los contras de una sociedad sin efectivo, las fuerzas impulsoras detrás de ella y cómo los países están adoptando esta #digitalcrypto revolución.
La idea de una sociedad sin efectivo ha estado circulando desde la década de 1970, cuando comenzó el uso generalizado de tarjetas de débito y crédito. Sin embargo, el impulso por una sociedad sin efectivo cobró impulso después de la crisis financiera de 2008.
Los bancos y los proveedores de pagos con tarjeta vieron esto como una oportunidad para aumentar sus ganancias mediante la promoción de transacciones digitales.
#centralbank también comenzó a adoptar el concepto de una sociedad sin efectivo después de que Facebook presentara su proyecto de moneda estable Libra en 2019.
Sociedad centralizada versus descentralizada sin efectivo:
Uno de los debates clave en torno a una sociedad sin efectivo es si debería estar centralizada o descentralizada. Sistemas centralizados sin efectivo, como las monedas digitales del banco central.
#CBDC dar a los bancos centrales control total sobre las transacciones, lo que genera preocupaciones sobre la privacidad y la vigilancia gubernamental. Por otro lado, los sistemas descentralizados sin efectivo, como las criptomonedas, ofrecen más privacidad y libertad financiera, aunque algunas criptomonedas se inclinan hacia la centralización y pueden imponer controles similares a los de las CBDC.
Los partidarios de una sociedad sin efectivo argumentan que puede traer varios beneficios, incluido un mejor control del gasto, una mayor privacidad y resiliencia frente a las recapitalizaciones bancarias.
Los gobiernos y los bancos centrales también justifican la transición a una sociedad sin efectivo como una forma de luchar contra el crimen, la corrupción y la evasión fiscal. Sin embargo, los críticos argumentan que una sociedad sin efectivo puede conducir a un futuro distópico, en el que los gobiernos tendrán demasiado control sobre la economía y los individuos perderán su libertad financiera.
El primer impulsor de la sociedad sin efectivo:
A menudo se considera a Suecia como pionera en la transición hacia una sociedad sin efectivo, con menos del 10% de todas las ventas realizadas en efectivo. El impulso hacia una sociedad sin efectivo en Suecia comenzó después de la crisis financiera de 2008, cuando los bancos centrales buscaron formas de aumentar la estabilidad financiera.
El uso de efectivo disminuyó significativamente en 2015, cuando el Banco Central Sueco anunció el intercambio de billetes antiguos para luchar contra la falsificación.
Por el contrario, países como Eslovaquia están consagrando el uso del efectivo en sus leyes para evitar una sociedad distópica sin efectivo.
La confianza en los gobiernos juega un papel crucial en la adopción exitosa de sistemas sin efectivo. Para fomentar la adopción, los pagos sin efectivo deben ser atractivos y convenientes.
Si bien la conveniencia impulsa a muchas personas a adoptar los pagos digitales, la confianza en los gobiernos es igualmente importante para garantizar transacciones seguras y confiables. Sin esta confianza y conveniencia, la transición hacia una sociedad sin efectivo podría enfrentar una resistencia significativa.
Desafíos y soluciones para una sociedad sin efectivo:
La transición a una sociedad sin efectivo plantea desafíos, especialmente para países grandes como Estados Unidos y la UE. Para mantener la estabilidad financiera, estos países necesitan encontrar formas de eliminar el efectivo de la circulación.
Las posibles soluciones incluyen incentivos a la inflación y a las tasas de interés para alentar a los grandes poseedores de efectivo a depositar su dinero en los bancos, así como el cambio forzoso de divisas para retirar el efectivo restante.
Sin embargo, cualquier solución sin efectivo que compita con las monedas digitales de los bancos centrales puede enfrentar restricciones por parte de los gobiernos y los bancos centrales.
Si bien es inevitable que avancemos hacia una sociedad sin efectivo, es crucial garantizar que las monedas digitales descentralizadas sean parte de esta transición. Al consagrar el acceso y el pago en efectivo en las leyes, podemos garantizar que siga siendo una opción para las personas.
Abogar por protecciones en efectivo es importante, pero debe hacerse con cuidado para evitar repercusiones sociales no deseadas.
El sistema financiero digitalizado puede erosionar la libertad financiera, pero con soluciones descentralizadas y privadas sin efectivo, tenemos el potencial de preservarla.
A medida que los pagos sin efectivo continúan ganando popularidad, un mundo sin efectivo físico puede convertirse en realidad antes de lo que pensamos. Si bien una sociedad sin efectivo ofrece beneficios como conveniencia y un mayor control sobre el gasto, también genera preocupaciones sobre la privacidad, la vigilancia gubernamental y la libertad financiera individual.
Al encontrar un equilibrio entre el control centralizado y las opciones descentralizadas, podemos navegar hacia una sociedad sin efectivo que priorice la conveniencia, la privacidad y la libertad financiera.