En un artículo de opinión reciente para The New York Times, el economista Paul Krugman explora la compleja narrativa de las relaciones entre Estados Unidos y China, criticando la descripción de los demócratas, especialmente del presidente Joe Biden, como indulgentes con China.

Krugman es un economista estadounidense muy influyente y reconocido por sus importantes contribuciones al campo del comercio internacional y la geografía económica. Krugman, galardonado con el Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2008, es también Profesor Distinguido de Economía en el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Más allá de su trabajo académico, es ampliamente reconocido como columnista de opinión del New York Times, donde ofrece comentarios perspicaces sobre cuestiones económicas y políticas.

La investigación de Krugman ha dejado una huella indeleble en la economía. Su desarrollo de la “nueva teoría del comercio” desafió los modelos tradicionales, destacando el papel de los rendimientos crecientes a escala y la competencia imperfecta en el impulso de los patrones del comercio internacional. Además, sus contribuciones a la “nueva geografía económica” arrojan luz sobre los factores que determinan la ubicación de la actividad económica y cómo la globalización influye en las economías regionales.

Krugman dice que esta crítica al enfoque de Biden se produce en un contexto en el que los tratos del expresidente Donald Trump, incluido un dramático cambio de postura en TikTok, proyectan una larga sombra. Trump, que anteriormente había abogado por la prohibición de TikTok, supuestamente cambió de rumbo luego de conversaciones con un multimillonario republicano con importantes inversiones en la empresa china.

Krugman enfatiza la falta de una estrategia cohesiva de Trump hacia China, señalando la dependencia de su administración de una retórica xenófoba y aranceles ineficaces en lugar de medidas políticas sustantivas. Por el contrario, la administración de Biden ha adoptado un enfoque estricto hacia el comercio con China, ejemplificado por el nacionalismo económico que Krugman considera una marcada mejora con respecto a las acciones de Trump. Este cambio se destaca notablemente en la queja de China ante la Organización Mundial del Comercio contra la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, en particular sus subsidios a los vehículos eléctricos, que según China favorecen discriminatoriamente a Estados Unidos sobre los componentes de baterías chinos.

Krugman encuentra ironía en el desafío de China, dado su extenso historial de subsidios a empresas favorecidas e implementación de políticas discriminatorias. La acción de China indica malestar con las agresivas políticas comerciales y económicas de Biden, que incluyen no sólo subsidios sino también esfuerzos para impulsar la producción de semiconductores e imponer límites estrictos a las exportaciones de tecnología destinados a limitar los avances chinos en áreas tecnológicas críticas.

Además, el artículo aborda las implicaciones más amplias de estas políticas, subrayando las acciones tangibles de Biden contra China en comparación con la dureza más performativa de Trump. El análisis de Krugman sugiere que las políticas de Biden están efectivamente presionando a China, un punto que se hizo evidente por la queja de China ante la OMC y sus reacciones más amplias a los cambios de política de Estados Unidos.

A pesar de las posibles críticas y del difícil camino que implica navegar las reglas del comercio global, Krugman apoya la postura estratégica de Biden, considerándola una evolución necesaria para enfrentar las complejidades de las relaciones modernas entre Estados Unidos y China. Contrasta los impactos reales de las políticas de Biden con la dureza superficial de Trump, destacando una profundidad estratégica que reconoce los desafíos multifacéticos que plantea el ascenso de China.

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