Web3 representa la próxima generación de Internet, centrada en trasladar el poder de las grandes empresas de tecnología a los usuarios individuales.

Web3 es un término que escuchamos mucho estos días. En este caso, el término se refiere a la próxima versión de Internet que admita protocolos descentralizados. Su objetivo es reducir la dependencia de las grandes empresas tecnológicas como YouTube, Netflix y Amazon. Pero, ¿qué es y por qué está en la mente de todos?

Entonces, ¿qué es Web3?

Para entender qué es Web3, vale la pena mirar un poco hacia atrás y ver lo que sucedió antes.

La primera versión de Internet, Web1, llegó a finales de los años 1990 y consistía en una colección de enlaces y sitios web. En ese momento, los sitios web no eran muy interactivos. Se trataba de poder leer cosas o publicar contenido sencillo que otras personas pudieran ver.

A esto le siguió Web2, que muchos llaman la versión de "lectura/escritura" de Internet. Este término se refiere al código informático que le permite abrir y editar archivos en lugar de simplemente verlos. Esta versión de Internet permitió a las personas no sólo consumir contenido, sino también crearlo y publicarlo ellos mismos en blogs como Tumblr, foros en línea y mercados como Craigslist. Más tarde, la aparición de plataformas de redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram llevó el intercambio de contenidos a nuevas alturas.

Después de un tiempo, el público se dio cuenta de cómo los gigantes tecnológicos recopilan sus datos personales y los utilizan para crear anuncios y campañas de marketing personalizados. Esto es especialmente cierto en el caso de Facebook, que ha estado en el punto de mira en innumerables ocasiones por violar las leyes de protección de datos. En 2019, recibió una multa de 5.000 millones de dólares, la mayor jamás impuesta por la Comisión Federal de Comercio (FTC).

Aunque Web2 ha traído increíbles servicios gratuitos al mundo, mucha gente está cansada de este "mundo amurallado" creado por las grandes empresas tecnológicas, donde quieren cada vez más control sobre nuestros datos y contenidos. Y aquí es donde entra en juego la Web3.

¿En qué se diferencia de los anteriores?

Web3 puede entenderse como la fase de "lectura/escritura/propiedad" de Internet. En lugar de simplemente utilizar plataformas tecnológicas gratuitas a cambio de nuestros datos, los usuarios pueden participar en la gestión y operación de los protocolos ellos mismos. Esto significa que las personas pueden convertirse en participantes y accionistas, no sólo en clientes o productos.

En Web3, estas acciones se denominan tokens o criptomonedas y representan la propiedad de redes descentralizadas conocidas como blockchains. Si tenemos suficientes tokens, podemos opinar en la red determinada. Y los poseedores de tokens de control pueden gastar su riqueza para votar sobre el futuro de un protocolo de préstamos descentralizado.

¿Qué se puede hacer en Web3?

Web3 permite la difusión de estructuras de gestión cooperativa para productos previamente centralizados. Puedes crear una ficha a partir de cualquier cosa, ya sea un meme o una obra de arte.

Uno de los mayores ejemplos de este cambio de paradigma es la industria del juego. A los jugadores les molestan mucho los fallos que los desarrolladores dejan en su videojuego favorito o cómo el último parche ha estropeado su arma favorita.

Web3 permite a los jugadores invertir en el juego y votar sobre cómo deberían funcionar las cosas. Gigantes de Web2 como Meta y Ubisoft crean mundos virtuales impulsados ​​en parte por Web3. Los tokens NFT también desempeñarán un papel muy importante en la remodelación de la industria del juego al permitir a los jugadores convertirse en propietarios permanentes de los artículos recolectados.

¿Qué hay en contra de la Web3?

La principal crítica a la tecnología Web3 es que no alcanza sus ideales. La propiedad de las redes blockchain no está distribuida de manera uniforme, sino que se concentra en manos de los primeros usuarios y los capitalistas de riesgo. Recientemente, estalló una disputa pública en Twitter entre el director ejecutivo de Block Inc., Jack Dorsey, y varios capitalistas de riesgo con respecto a Web3, lo que puso el debate en primer plano.

En el centro de las críticas está la idea del "teatro de descentralización", donde los proyectos blockchain están descentralizados en nombre pero no en esencia. Las cadenas de bloques privadas, las inversiones respaldadas por capital de riesgo o los protocolos de finanzas descentralizadas (DeFi) en los que sólo unas pocas personas poseen las llaves de cientos de millones de dólares son ejemplos de teatro de descentralización.

Y a pesar de la comunidad de protocolos supuestamente sin líderes, hay cifras clave claras. El cofundador de Ethereum, Vitalik Buterin, todavía ejerce un enorme poder sobre la red, aunque ya no participa en el desarrollo.

Las cosas tampoco van mucho mejor dentro de los protocolos financieros descentralizados. Los votantes suelen estar ausentes y a menudo dependen de una infraestructura centralizada. Todavía es difícil crear cadenas de bloques, lo que hace que parezca una magia arcana que sólo los ingenieros más especializados pueden realizar.

Pero a pesar de los problemas, Web3 tiene mucho potencial. En la próxima década, los usuarios comunes decidirán si es demasiado idealista para ponerlo en práctica.

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