El presidente electo Donald Trump ha esbozado una ambiciosa agenda económica destinada a estimular el crecimiento y aumentar los ingresos. Central en su plan está la extensión y expansión de la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA), incluyendo hacer los recortes fiscales permanentes, reducir las tasas impositivas en todos los tramos de ingresos y reducir aún más la tasa del impuesto corporativo. Otras propuestas incluyen eliminar impuestos sobre los ingresos por propinas y el pago de horas extras para aumentar las ganancias netas de los trabajadores. Para financiar estas iniciativas, Trump ha abogado por aranceles más altos sobre las importaciones, lo que argumenta que fortalecerá la manufactura nacional y la creación de empleo, al tiempo que aborda la inflación y reduce el costo de vida. Si bien estas medidas están destinadas a impulsar la expansión económica, los críticos destacan preocupaciones sobre su potencial para beneficiar desproporcionadamente a los grupos de mayores ingresos y exacerbar el déficit federal, como lo evidencian los resultados de la TCJA. A medida que se desarrollan las discusiones, la nueva administración enfrenta un escrutinio sobre las implicaciones a largo plazo de estas políticas en el crecimiento económico, la equidad de ingresos y la estabilidad fiscal.

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