Rojo.

El mundo capitalista, ávido hasta la última gota de sudor del trabajador, diariamente inventaba nuevas formas de quitarle lo que había ganado con esfuerzo. Los magnates bancarios en trajes y corbatas dictaban sus reglas, gravando cada paso con intereses. Y de repente, en el horizonte apareció la esperanza: blockchain, descentralización, criptomoneda. Se decía que ahora cada uno podría controlar sus finanzas, evitando a los bancos y al estado. Se hablaba de libertad, de igualdad y de una nueva economía. Pero, ¿quién, excepto los más ingenuos, podría creer que en este mundo es posible algo verdaderamente libre, cuando todo está impregnado del espíritu del lucro?