A medida que se acercan los días de la toma de posesión del presidente Donald Trump el 20 de enero de 2025, resulta cada vez más claro qué pueden incluir las políticas económicas de Estados Unidos bajo su liderazgo. El establecimiento del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk, ha provocado debates sobre cómo recortar el gasto público y luchar contra el despilfarro. Entre esas recomendaciones está la propuesta del asesor de DOGE, Ron Paul, de que se debería "eliminar" la ayuda exterior. Esta propuesta se basa en el argumento de que dicha ayuda toma dinero de los pobres y de la clase media de Estados Unidos y beneficia a las elites de los países en desarrollo, una afirmación que, si bien simplista, no es del todo desdeñosa.

Para los países africanos, donde la dependencia de la ayuda exterior, especialmente de Estados Unidos, es alta, esta propuesta supone un gran cambio. Aunque algunos analistas descartan la posibilidad de un retiro total de la ayuda como imposible, la realidad es que los gobiernos africanos deberían prepararse para reducciones significativas. La era Trump nos ha enseñado una gran lección: "Nunca digas nunca".

La crisis de la ayuda exterior:

El argumento de Ron Paul es consistente con la crítica a la ayuda exterior como una herramienta que a menudo beneficia a las elites locales en lugar de empoderar a las masas. Durante décadas, las naciones africanas han dependido de la ayuda exterior para financiar sectores clave como la salud, la educación y la infraestructura. Si la administración Trump recorta significativamente la ayuda, obligará a muchos gobiernos africanos a repensar sus estrategias financieras. Estos cambios pueden exponer las debilidades de los sistemas que dependen en gran medida del financiamiento externo, empujando a los gobiernos a buscar fuentes alternativas de ingresos.

Además, la posibilidad de que los recursos estadounidenses se dirijan a proyectos que proporcionen retornos claros para la inversión estadounidense aumentará bajo el liderazgo de Trump. Pueden continuar programas como Prosper Africa, que se centran en asociaciones lideradas por el sector privado en lugar de la ayuda tradicional. Sin embargo, estos programas están diseñados para servir primero a los intereses estadounidenses, lo que requerirá que los gobiernos africanos demuestren un valor económico mensurable en su cooperación con Estados Unidos.

La guerra comercial y sus efectos:

Se espera que el segundo mandato del presidente Trump reavive las tensiones comerciales en el mundo, especialmente con China. Aunque los objetivos directos de la guerra comercial tal vez no incluyan a las naciones africanas, el continente ciertamente sentirá sus efectos. La inflación en Estados Unidos, causada por las barreras comerciales, podría llevar a tasas de interés más altas a medida que la Reserva Federal intenta estabilizar la economía. Esta situación es un gran desafío para los países africanos, muchos de los cuales dependen en gran medida del dólar estadounidense para pagar sus crecientes deudas. Los crecientes costos de endeudamiento pueden aumentar las presiones financieras, lo que lleva a la inestabilidad económica.

Además, la propuesta de Trump de aumentar los aranceles y un impuesto especial del 10 por ciento sobre todos los bienes importados perturbará los flujos comerciales. La Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA), la piedra angular de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y África, ya se ha prorrogado por sólo un año en lugar de los diez años habituales, lo que refleja un cambio en las políticas comerciales de Estados Unidos. Los países africanos deberían prepararse para la era posterior a la AGOA, donde el acceso a los mercados estadounidenses requerirá negociaciones bilaterales bajo términos no preferenciales.

Preparándose para la economía "emprendedora"

El enfoque de la administración Trump hacia las relaciones comerciales requiere respuestas prácticas de los gobiernos africanos. Los países que pueden proporcionar beneficios económicos o de seguridad a Estados Unidos, como Kenia o la República Democrática del Congo, tienen mayores posibilidades de obtener acuerdos preferenciales. Para hacer frente a este entorno, las naciones africanas deben adoptar un enfoque comercial, emergiendo como socios que puedan proporcionar retornos mensurables de la inversión.

Estos cambios requieren que los gobiernos africanos reconsideren sus estrategias económicas. La dependencia a largo plazo de la ayuda tradicional es insostenible y hace que los países sean vulnerables a los cambios políticos externos. En cambio, los países africanos deberían centrarse en desarrollar economías fuertes e independientes que puedan resistir los shocks externos. Esto incluye mejorar la recaudación de ingresos locales, mejorar la gestión de las finanzas públicas y crear un entorno propicio para el crecimiento del sector privado.

Cooperación regional: un camino clave hacia la libertad y la resiliencia económica:

Una de las medidas más importantes que pueden tomar los gobiernos africanos para prepararse para la economía de Trump es fortalecer la cooperación regional. La Zona Africana de Libre Comercio (AfCFTA), que promete crear un mercado de 3 billones de dólares, ofrece una oportunidad única para que el continente reduzca su dependencia de socios extranjeros. Al implementar el AfCFTA de manera rápida y efectiva, los países africanos pueden desbloquear todo el potencial del comercio y la inversión intraafricanos.

La cooperación regional ofrece varias ventajas. Ayuda a diferentes países a diferenciar a sus socios comerciales, reduciendo su vulnerabilidad a los shocks externos. También estimula la economía industrial, haciendo que las empresas africanas sean más competitivas en el mercado global. Además, un África fuerte y unida tiene más posibilidades de negociar condiciones favorables con potencias externas, incluido Estados Unidos.

Repensar las relaciones entre África y Estados Unidos:

Aunque las políticas de Trump pueden parecer contradictorias al principio, también brindan una oportunidad para que los gobiernos africanos reconsideren su relación con Estados Unidos. En lugar de considerar a Estados Unidos como la única fuente de ayuda, los países africanos deberían cooperar con Estados Unidos como un socio estratégico. Esto requiere identificar áreas de interés común, como energía, tecnología e infraestructura, donde la cooperación puede traer beneficios a ambas partes.

Programas como Prosper Africa muestran que todavía hay espacio para una cooperación productiva, siempre y cuando las naciones africanas puedan alinear sus prioridades con los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos. Al adoptar un enfoque comercial, los gobiernos africanos pueden emerger como socios importantes en la promoción de los objetivos globales de Estados Unidos y, al mismo tiempo, garantizar inversiones que impulsen el desarrollo interno.

Camino a seguir:

La economía de Trump presenta desafíos y oportunidades para los gobiernos africanos. La posibilidad de reducir o eliminar la ayuda exterior de Estados Unidos muestra la importancia de construir una economía independiente. Las tensiones comerciales y el declive de acuerdos comerciales como AGOA enfatizan la necesidad de que los países africanos diversifiquen sus socios económicos y fortalezcan la cooperación regional.

Finalmente, la solución a largo plazo a los desafíos económicos de África reside en su capacidad para utilizar sus abundantes recursos y capital humano. Al fortalecer la cooperación regional, implementar el AfCFTA y cooperar con socios externos por igual, los países africanos pueden allanar el camino hacia el desarrollo sostenible.

En este nuevo entorno global, los ganadores serán aquellos que se adapten rápida y sabiamente. Los gobiernos africanos deben tomar medidas deliberadas para prepararse para las circunstancias inesperadas de la era Trump, convertir los desafíos en oportunidades y garantizar que el futuro económico del continente esté en sus manos.

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