El mejor estado para tratar con las personas es no ser ni arrogante ni sumiso. Preocuparse demasiado por la opinión y evaluación de los demás solo puede hacer que uno se sienta limitado, indeciso, pierda su identidad, pierda su personalidad y su valor como individuo. Mantén lo que has elegido, cree en lo que defiendes, esa es la verdadera ruta que te pertenece. Lo que los demás piensen de ti no es importante; lo importante es que debes ser tú mismo y hacer lo que consideres correcto.