La explosión del precio del Bitcoin este año ha hecho que Wall Street se apresure como nunca antes. Los grandes bancos, que alguna vez pusieron los ojos en blanco ante las criptomonedas y las dejaron a los pequeños, ahora están abriéndose camino en el mercado.

Ven los signos del dólar y, aparentemente, han decidido que la reputación no importa. Las tarifas son demasiado buenas para ignorarlas. La transformación del Bitcoin de “fraude exagerado” (gracias Jamie Dimon) a una vaca lechera ha sido nada menos que salvaje.

La SEC aprobó los ETFs de Bitcoin al contado. Agrega el regreso de Trump a la oficina y la aparente amigabilidad de su administración hacia las criptomonedas, y tienes a Wall Street remangándose y ensuciándose las manos.

Gran dinero y mayores riesgos para Wall Street

Barclays y Citigroup están liderando la carga, respaldando múltiples ofertas de bonos convertibles para MicroStrategy. JPMorgan también está en la mezcla, haciendo lo mismo para grandes mineros de Bitcoin como Core Scientific y Mara.

Incluso Goldman Sachs está sacando provecho, recaudando fondos para Applied Digital, una empresa que construye centros de datos para mineros de Bitcoin. Más de $13 mil millones en bonos convertibles relacionados con criptomonedas se han emitido este año, la mayor parte en solo los últimos meses.

¿Tarifas? Los bancos están recibiendo al menos $200 millones de estos acuerdos, según estimaciones. MicroStrategy sola ha entregado tarifas del 2% sobre su asombrosa oferta de capital de $21 mil millones.

Pero no pienses que Wall Street se ha convertido en un fanático total de las criptomonedas. Los grandes jugadores siguen siendo selectivos. Coinbase, un intercambio bien establecido, es una apuesta más segura que, digamos, un minero de Bitcoin emergente.

Incluso entre empresas similares, la carga reputacional importa. MicroStrategy podría ser un favorito del Bitcoin, pero la historia legal de Michael Saylor no es exactamente inmaculada. Aun así, cuando las tarifas son tan altas, los bancos parecen dispuestos a hacer la vista gorda.

Y dado que algunos grandes bancos han entrado, el resto no puede permitirse quedarse al margen. La competencia es feroz, y ningún banquero quiere explicar a su jefe por qué están cayendo en las tablas de clasificación.

Dicho esto, el amor de Wall Street por las criptomonedas tiene sus límites. Los bancos aún trazan la línea con ciertas industrias. El entretenimiento para adultos y el cannabis—sectores legales pero tabú—siguen siendo zonas prohibidas para muchos. Las criptomonedas caminan por esa línea, un área gris donde el respeto choca con el potencial de ganancia.

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