En Occidente, todos tienen FOMO por los proyectos que les gustan, gritando locamente por ellos.
En Oriente, en cambio, es completamente diferente; es mejor que otros griten, y uno espera en secreto a que llegue el momento de vender — y dentro de esto se divide en dos categorías:
Una categoría son los grupos de conspiración, que suben al tren por capas, envían representantes a gritar, no necesariamente tienen que ser de calidad, ni les importa quién es el líder, lo importante es tener criptomonedas.
La otra categoría son aquellos que simplemente tienen una buena opinión, poseen y comparten — pero esta última categoría tampoco comparte mucho ahora.