Se sugiere operar en el mercado de divisas a largo plazo o mediante inversiones programadas, en lugar de realizar transacciones frecuentes de contratos, principalmente considerando factores como riesgo, costo de tiempo y costo de transacción.
En cuanto al riesgo, las transacciones a largo plazo y las inversiones programadas son relativamente más robustas. Las transacciones a largo plazo se basan en el crecimiento del valor a largo plazo de los activos, como invertir en acciones de calidad, donde la mejora gradual en el desempeño de la empresa impulsará el aumento del precio de las acciones. Las inversiones programadas en divisas pueden promediar el costo mediante inversiones periódicas, reduciendo el impacto de la volatilidad del mercado. Por otro lado, las transacciones frecuentes de contratos están más influenciadas por factores a corto plazo, y las fluctuaciones de precios son difíciles de predecir; por ejemplo, en los contratos de futuros, los precios pueden experimentar grandes oscilaciones en poco tiempo debido a políticas o eventos imprevistos, lo que conlleva un alto riesgo.
En términos de costo de tiempo, las inversiones a largo plazo o programadas no requieren una atención constante al mercado. Por ejemplo, al realizar inversiones programadas en fondos, una vez que se establece un plan, se puede invertir el capital de manera ordenada. Sin embargo, las transacciones frecuentes de contratos requieren que los inversores estén siempre atentos a los cambios de precios, analizando continuamente diversas informaciones del mercado, lo que genera un alto costo de tiempo.
En cuanto al costo de transacción, las transacciones frecuentes de contratos, debido a la alta cantidad de operaciones, acumulan rápidamente costos como comisiones. En cambio, las transacciones a largo plazo y las inversiones programadas son menos frecuentes, lo que resulta en costos de transacción relativamente bajos.