#solana
“Cómo Solana me hizo sentir como un genio (por un momento)”
No voy a mentir: cuando comencé a invertir en criptomonedas, yo era ese típico curioso que apenas conocía la diferencia entre Bitcoin y blockchain. Pero la curiosidad siempre fue más fuerte que el miedo, así que me fui a dedicar mi tiempo (y mi dinero) a explorar el mundo de las criptomonedas.
Fue en 2020 cuando oí hablar de Solana. Un amigo me dijo: “Hombre, esta moneda tiene futuro, es rápida, barata y está llena de proyectos emergentes”. Yo, en mi entusiasmo de principiante, agregué R$ 500 en lo que parecía una suposición bastante aleatoria. Confieso que ni siquiera entendía realmente cómo funcionaba esta “cadena de bloques rápida”.
Meses después, comencé a monitorear el precio. ¿Y qué pasó? El tramo subió. Luego subió más. Y más. De la nada, mi inversión se convirtió en algo cercano a R$ 8,000. ¡Me sentí como el Warren Buffett de las criptomonedas!
Pero no te preocupes, no todo es glamour. La alegría fue tan grande que vendí demasiado pronto y perdí la oportunidad de obtener aún más ganancias cuando el precio volvió a dispararse. Aquí está la lección: el mercado de las criptomonedas es una mezcla de estrategia, paciencia y suerte (a veces más suerte que estrategia, para ser honesto).
Hoy veo a Solana no sólo como una inversión que dio sus frutos, sino como la moneda que me enseñó a no subestimar ningún proyecto. Y, por supuesto, me dio una buena historia que contar.
¿Moraleja de la historia? Nunca ignores a ese amigo que habla de criptografía. A veces lo hace bien.