Cuando era niño, pensaba que olvidar llevar la tarea era un gran problema. En la secundaria, creía que no poder entrar a la universidad era un gran problema. Cuando estaba enamorado, pensaba que separarme de la persona que me gustaba era un gran problema. Más tarde, sentí que perder a un ser querido era un gran problema. Ahora, al mirar hacia atrás, esos momentos en esas etapas realmente eran lo más importante en mi corazón. Sin darme cuenta, esas montañas que parecían imposibles de cruzar, en realidad las crucé una a una con el tiempo. Lo que antes creía que no podría aceptar, al final también lo acepté poco a poco con el paso del tiempo. La vida está llena de imaginación, y los arrepentimientos son solo la norma. En realidad, la vida es un proceso de disfrutar el proceso. No importa qué elección hagas al principio, siempre habrá arrepentimientos, pero al mismo tiempo todos sabemos en el fondo que no podemos criticar a nuestro yo de entonces desde la perspectiva de ahora. Incluso si el tiempo volviera a empezar, con la mentalidad y la experiencia de aquel momento, seguiríamos tomando las mismas decisiones. Entonces, ¿importa el final de la historia? El dinero perdido se puede volver a ganar, un trabajo perdido se puede volver a encontrar, los amigos perdidos se pueden volver a hacer, el amor perdido se puede volver a encontrar. La verdadera fortaleza no es olvidar, sino aceptar: aceptar que tomamos caminos diferentes, aceptar la incertidumbre de la vida, aceptar la soledad y la frustración, aceptar la sensación de impotencia que llega de repente, aceptar la confusión, la inquietud, la ansiedad y el arrepentimiento. Solo necesitas calmarte, hacer bien lo que debes hacer y recorrer el camino que debes seguir. La vida es tan corta, no hay respuestas estándar ni vidas perfectas. Al mirar hacia atrás, el ligero bote ya ha pasado por montañas y ríos. Quizás ese sea el significado de la vida.