El manual económico de Donald Trump es caos envuelto en contradicción. Sus decisiones parecen prosperar en la imprevisibilidad, dejando a los mercados financieros y a los responsables políticos globales luchando por darles sentido.

Los fondos de cobertura, economistas e incluso sus propios asesores se quedan adivinando mientras las políticas de Trump oscilan entre promesas desmesuradas y acciones que las socavan.

Bridgewater advirtió recientemente a sus clientes que Trump planea “ir a lo grande” en la reestructuración de las instituciones de EE. UU., el comercio global y la política exterior.

Sin embargo, admitieron abiertamente que sus predicciones son poco más que conjeturas educadas debido a la falta de claridad sobre sus planes. Los inversores se ven obligados a cubrir sus apuestas, preparándose para lo que pueda venir.

Inflación y aranceles: Un dilema hecho a sí mismo

Una de las contradicciones más claras en las políticas de Trump es su postura sobre la inflación y los aranceles. Durante su campaña, criticó a la administración de Biden por la inflación desbordante, prometiendo controlarla.

Pero sus propuestos aranceles del 60% sobre las importaciones chinas y del 25% sobre los bienes de México y Canadá podrían tener el efecto opuesto. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha advertido que los aranceles “descarrilarán” la lucha contra la inflación.

Stephen Moore, uno de los asesores económicos de Trump, desestimó esta preocupación, afirmando que no hubo un aumento de inflación durante el primer mandato de Trump a pesar de los aranceles más altos. Sin embargo, la inflación ahora está en el 2.7%, ya por encima del objetivo de la Reserva Federal.

Goldman Sachs estima que los planes arancelarios de Trump podrían añadir otro punto porcentual a la inflación, antes de tener en cuenta los aumentos de costos laborales por deportaciones masivas.

La Reserva Federal y el caos de las tasas de interés

La relación de Trump con el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha sido todo menos fluida. Aunque Trump se comprometió recientemente a mantener a Powell en su cargo, la historia sugiere lo contrario. Ha criticado repetidamente a Powell, incluso llamándolo un “idiota”, y presionó a la Fed para que redujera las tasas de interés durante su primer mandato.

Las apuestas son más altas ahora. Los costos de servicio de la deuda han aumentado, dando a Trump más incentivos para presionar por recortes de tasas. Pero Powell ha defendido constantemente la independencia de la Fed, dejando un posible enfrentamiento en el horizonte.

El equipo de Trump ha señalado que el dólar estadounidense está sobrevaluado, con Scott Bessent, su nominado como secretario del Tesoro, sugiriendo la necesidad de un “gran reordenamiento económico global” similar al acuerdo de Bretton Woods. Bessent incluso insinuó convocar una reunión del G20 para replicar el Acuerdo de Plaza de 1985.

Bessent ha admitido que dos tercios de los impactos arancelarios típicamente se manifiestan como ganancias monetarias, lo que fortalecería al dólar en lugar de debilitarlo. La mayoría de los economistas coinciden en que este escenario es probable, creando una paradoja donde las políticas de Trump podrían ir en contra de sus propios objetivos.

El enfoque de Trump hacia el déficit comercial desafía la sabiduría económica convencional. Planea reducir el déficit a través de la dominación política y comercial.

Pero los números cuentan una historia diferente. Durante la primera presidencia de Trump, el déficit comercial de EE. UU. alcanzó su nivel más alto desde 2008, aumentando de $481 mil millones a $679 mil millones.

Fuente: Vlad Bastion

Los aranceles y un dólar más fuerte podrían agravar este problema, aumentando las importaciones en lugar de reducirlas, especialmente si el crecimiento económico se acelera.

En solo cuatro años, la deuda de EE. UU. ha aumentado en $11 billones, lo que representa el 40% del PIB total del país. Para ponerlo en perspectiva, a EE. UU. le tomó 220 años acumular sus primeros $11 billones en deuda.

El desafío de los BRICS

Las amenazas de Trump contra las naciones BRICS son otro ejemplo de su diplomacia impulsiva. El mes pasado, advirtió sobre sanciones si estos países buscaban una moneda compartida para desafiar al dólar. Si bien los BRICS no tienen planes concretos para tal moneda, la postura agresiva de Trump podría salirle mal.

Si bien es poco probable que la dominación del dólar disminuya pronto, el uso impredecible del poder de EE. UU. por parte de Trump podría acelerar la búsqueda de alternativas. Irónicamente, las mismas acciones destinadas a proteger al dólar podrían terminar socavándolo. ¿Cómo es que Trump no ve eso?

Los planes fiscales del presidente son otro lío de contradicciones. Ha prometido reducir el déficit federal del 6.5% al 3% del PIB mientras promete simultáneamente grandes recortes de impuestos. Su equipo afirma que esta brecha se llenará con el crecimiento económico, recortes en el gasto gubernamental y los ingresos de aranceles.

Pero los analistas son escépticos. Incluso si ocurren algunas mejoras fiscales, la magnitud de las promesas de Trump parece irrealista.