No es necesario creer más en las instituciones, los residentes del mundo pueden ejecutar algoritmos de consenso para alcanzar automáticamente un consenso sobre la historia del mundo.
Escrito por: Lattice
Traducción: MetaCat
Vivimos en muchos mundos diferentes, cada uno con sus propias costumbres, reglas, historia y verdades aceptadas. Algunos mundos son serios, mientras que otros están llenos de diversión. Piensa en los mundos de tu novela de ciencia ficción favorita, en los mundos de cualquier religión dominante, o en el (mundo de Warcraft). Al entrar en uno de esos mundos, se siente increíblemente real. Los diversos mundos tienen formas variadas, y cada uno tiene sus propias reglas y entidades coherentes.
Estos mundos están llenos de vitalidad. Si un mundo tiene suficiente éxito, millones de personas se interesarán por él, se integrarán en él y lo incorporarán a su vida cotidiana, generando conflictos dramáticos y otras chispas de la vida.
Estos mundos se presentan vívidamente a través de diferentes medios. Estos medios pueden ser películas y convenciones de ciencia ficción, así como (la Biblia) y lugares de culto, incluso los servidores de juegos de Blizzard.
Estos mundos también tienen sus propietarios. Las autoridades, autores, instituciones, etc., determinan las reglas del juego. Los propietarios registran la historia del mundo y definen lo que es posible y lo que no lo es en ese mundo. Los propietarios son de confianza.
Pero los propietarios también pueden socavar la confianza y cambiar las reglas a su antojo. Especialmente en el mundo digital, los propietarios de los servidores pueden reescribir operaciones, eliminar logros, e incluso alterar o borrar la historia.
¿Qué pasaría si pudiéramos crear la misma «vitalidad» en un mundo que no pertenece a nadie? ¿Qué tipo de emergencias y creatividad surgirían en un mundo donde cualquiera pudiera construir libremente?
Algunos juegos y espacios en línea son autosuficientes, desarrollando un profundo trasfondo narrativo, historia y cultura, como si siempre hubieran existido. Creemos que estos mundos digitales pueden ser tan significativos, impactantes y resonantes como el mundo real. Llamamos a estos espacios digitales «mundos autónomos».
Los mundos autónomos introducen una posibilidad de realidad sin propietarios. Son viables en el ámbito digital, encontrando un vehículo ideal especialmente en la blockchain. La blockchain garantiza la existencia a largo plazo y la autonomía de estos mundos, al tiempo que impulsa la creación más allá de los diseñadores originales al mostrar y ejecutar su lógica interna.
La «autonomía» no significa que no haya humanos o participantes, sino que la existencia de este mundo no depende de ninguna persona o institución específica. Sin propietarios y sin restricciones institucionales, cualquiera puede construir libremente sobre un mundo autónomo.
La blockchain proporciona un nuevo mecanismo de confianza para el nacimiento de mundos autónomos: ya no es necesario confiar en las instituciones; los residentes del mundo (o cualquier persona interesada en ese mundo) pueden ejecutar algoritmos de consenso, utilizando computadoras para alcanzar automáticamente un consenso sobre la historia del mundo. No se necesita un propietario para decidir qué es parte del universo y qué no lo es.
La blockchain también tiene una alta capacidad de combinación y modificación; siempre que se sigan las reglas, cualquiera puede desplegar código que interactúe con otras partes del mundo: al igual que las piezas del tablero de ajedrez tienen formas limitadas de moverse (pero un juego puede tener millones de configuraciones posibles).
Los mundos con propietarios son como parques temáticos, entornos altamente controlados y cuidadosamente diseñados. En cambio, los mundos autónomos son más como una ciudad en evolución constante, donde cualquiera puede introducir nuevas costumbres, culturas, sistemas políticos o reglas económicas y sentir su amplio impacto en el mundo. Pueden ser algo caóticos, pero son coherentes.
Dado que los mundos autónomos se basan en la blockchain como infraestructura subyacente, sus residentes pueden estar seguros de que sus acciones y modificaciones existirán para siempre.
Cada mundo autónomo existe bajo una ley digital inalterable: leyes que imponen restricciones. Quizás en contra de la intuición, estas restricciones son las que fomentan la creatividad de los residentes del mundo. Reglas simples y fijas brindan a las personas el espacio para construir cosas originales y creativas sobre esa base.
Los mundos autónomos, impulsados por nuevas formas de computación, han construido dominios virtuales duraderos y de múltiples autores que pueden evolucionar en colaboración, superando la experiencia del espacio digital tradicional.
En Lattice, estamos interesados en la emergencia y el comportamiento impredecible que puede surgir en el ámbito digital. Proporcionamos infraestructura y herramientas para desarrolladores, creadores, narradores y disruptores, ayudándoles a realizar mundos autónomos.