Pooja Kumari siempre había creído en el suave poder del amor. Su mundo cambió cuando conoció a Faizan, un joven artista con un encanto silencioso. Su conexión fue instantánea, y su amor floreció a través de conversaciones compartidas, risas y sueños de un futuro juntos.

Pero Faizan recibió una oportunidad para estudiar en el extranjero, y aunque prometió regresar, la distancia comenzó a estirar su vínculo. Las llamadas se volvieron menos frecuentes, y eventualmente, Pooja descubrió que Faizan había seguido adelante, su compromiso anunciado en línea.

Con el corazón roto pero más sabia, Pooja se dio cuenta de que el amor no se trata de aferrarse, se trata de dejarlo ir. De pie bajo las estrellas que una vez compartieron, susurró: “Siempre te amaré, Faizan, pero ahora, me amaré más a mí misma.” Y se alejó, llevando consigo el recuerdo agridulce de un amor que nunca podría ser.