Durante la fiebre del oro, los vendedores de palas ganaron más dinero. 

Por ejemplo, Sam Brannan, el dueño de una tienda que atendía a los buscadores de oro en un pueblo cercano donde se encontró el oro, una semana antes de su marcha por San Francisco, compró todas las picas y palas de la región. Al vender equipos y herramientas a los buscadores de oro, Sam Brannan acumuló una fortuna.