Según CoinDesk, las criptomonedas han pasado de ser una inversión de nicho a ser una clase de activo digital convencional, y cada vez se incorporan más a carteras diversificadas. Para los inversores que buscan mejorar la rentabilidad ajustada al riesgo de su cartera, añadir una asignación de criptomonedas puede ser una estrategia atractiva. Una cartera bien equilibrada que incluya criptomonedas como bitcoin o ether tiene el potencial de ofrecer rentabilidades superiores y un ratio de Sharpe más alto en comparación con las carteras tradicionales compuestas únicamente por acciones, bonos u otros activos. Este artículo explora por qué es así y examina las métricas que demuestran las ventajas de incluir criptomonedas desde una perspectiva de riesgo/rendimiento.

Los mercados de criptomonedas han mostrado un crecimiento explosivo, superando con creces a las clases de activos tradicionales en términos de rentabilidad. Por ejemplo, el bitcoin ha ofrecido una rentabilidad anualizada del 230% durante la última década, en comparación con la rentabilidad anualizada del S&P 500 de alrededor del 11%. El ether, otra criptomoneda dominante, también ha ofrecido tasas de crecimiento anual de tres dígitos en sus primeros años. A pesar de su volatilidad, estos activos digitales ofrecen a los inversores el potencial de obtener rentabilidades significativamente mayores, en particular durante los períodos de expansión del mercado. Al incluir una pequeña asignación de criptomonedas (entre el 2% y el 10%) en una cartera diversificada, los inversores pueden capturar algunas de estas ganancias. Los datos históricos indican que las carteras con una exposición incluso modesta a las criptomonedas han experimentado un repunte en el rendimiento general. Por ejemplo, una cartera tradicional 60/40 (60% acciones y 40% bonos) podría haber tenido una rentabilidad anualizada del 8% durante la última década, pero una cartera similar que asigne el 5% a bitcoin podría haber tenido rentabilidades anualizadas cercanas al 12% o más, todo ello sin un aumento significativo del riesgo.

Si bien las criptomonedas son conocidas por su volatilidad, su inclusión en una cartera puede mejorar la rentabilidad ajustada al riesgo si se gestiona adecuadamente. Una de las métricas clave para evaluar esto es el índice de Sharpe, que mide la rentabilidad por unidad de riesgo asumido. Un índice de Sharpe más alto indica que la cartera está generando mejores rendimientos ajustados al riesgo. Al analizar los datos de 2015 a 2023, las carteras con una pequeña asignación de criptomonedas muestran una mejora del índice de Sharpe de 0,5 a 0,8 puntos en comparación con las carteras tradicionales. Por ejemplo, una cartera tradicional puede tener un índice de Sharpe de 0,75, pero añadir un 5% de bitcoins puede elevarlo a alrededor de 1,2, lo que significa un equilibrio optimizado entre riesgo y recompensa. El aumento del índice de Sharpe se produce porque los movimientos de precios de las criptomonedas suelen tener correlaciones bajas o negativas con las clases de activos tradicionales, lo que ofrece una mejor diversificación.

Las criptomonedas también son conocidas por su función como cobertura contra la inflación y las caídas tradicionales de los mercados financieros. Dado que el bitcoin en particular tiene una oferta finita, a menudo se lo compara con el oro digital. Durante períodos inflacionarios o épocas de inestabilidad económica, tener criptomonedas en una cartera puede ayudar a compensar las pérdidas en activos tradicionales como acciones o bonos. En conclusión, agregar criptomonedas a una cartera puede mejorar significativamente los retornos y mejorar el rendimiento ajustado al riesgo, como lo demuestra el aumento de los índices de Sharpe. Si bien existe una volatilidad inherente, la asignación adecuada de esta clase de activos digitales puede proporcionar una ventaja estratégica para los inversores que buscan optimizar su perfil de riesgo/rendimiento.