La inminente tormenta económica del Reino Unido: una crisis provocada por las políticas e ignorada por los principales medios de comunicación

Prepárense: el Reino Unido se encamina hacia una crisis financiera y, esta vez, no hay escapatoria a lo inevitable. El presupuesto revela la verdad: el gasto público está descontrolándose, mientras que el crecimiento económico necesario para compensar esos gastos sigue siendo una ilusión. El Reino Unido está rumbo a una colisión y las consecuencias se sentirán en todos los sectores de la sociedad.

Seamos francos: los llamados “expertos” que afirman que no lo vieron venir mienten o están ciegos voluntariamente. El gasto público está aumentando, pero el crecimiento económico –el motor esencial para el aumento de los ingresos fiscales– es inexistente. En lugar de enfrentar esta dura realidad, los políticos están echando leña al fuego al negarse a implementar las medidas drásticas necesarias para corregir la trayectoria.

La crisis inmobiliaria, que se prevé que se produzca en los próximos 18 meses y que coincide perfectamente con los ciclos de 1990, 2008 y ahora 2026, es el canario en la mina de carbón. Cuando la burbuja inmobiliaria estalle, los ingresos fiscales se desplomarán, dejando al gobierno del Reino Unido en dificultades para mantener incluso los servicios básicos. Como ha demostrado la historia, cuando el sector inmobiliario se desploma, siempre se produce una rápida caída de los ingresos fiscales. Se pelearán por culpar al capitalismo del fracaso, pero la verdad es que se trata de la estructura misma de su hinchado e ineficiente Estado.

Peor aún, los buitres ya están dando vueltas. Podemos apostar a que los burócratas de la UE aprovecharán este momento de debilidad y lo usarán como excusa para presionar por el rápido reingreso del Reino Unido a la Unión Europea. Argumentarán que es la única manera de salir del caos económico, ignorando el hecho de que se suponía que la salida del Reino Unido recuperaría la soberanía. Las élites del Parlamento, donde solo un puñado de parlamentarios se atreven a oponerse a la UE, defenderán este regreso sin consultar al público, afirmando que el 52% que votó por el Brexit ha caído en el olvido.

Así es como muere la democracia: de forma gradual, mediante tácticas furtivas y crisis. Sin embargo, nadie habla de representación proporcional, una reforma política que podría dar voz real a los votantes y desafiar al sistema arraigado. En cambio, manipularán al público para que piense que no hay otra solución que volver a unirse a la UE, lo que subrayará lo poco representativa que se ha vuelto esta supuesta democracia.

¿En definitiva? Esta crisis no es sólo un fracaso económico, sino un colapso fabricado, planificado por quienes están en el poder. Las consecuencias se utilizarán para consolidar el control, y la futura independencia del Reino Unido pende de un hilo. Es un juego de alto riesgo, y los ciudadanos tendrán que pagar la factura, una vez más, mientras los arquitectos del desastre salen ilesos.

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