Todas las luces de advertencia están encendidas, pero parece que nadie está prestando atención. Nos estamos acercando al final de un mercado alcista que duró 42 años, y el sistema financiero global se tambalea al borde del colapso. Con 320 billones de dólares en deuda global y el gobierno de Estados Unidos agobiado por 35 billones de dólares en pasivos, estamos sentados sobre un polvorín listo para explotar. ¿Un apalancamiento como este? Es una receta para el desastre, y cuando explote, será mucho más grande que todo lo que hemos visto antes.
¿La Reserva Federal recortando las tasas de interés? ¿Los paquetes de estímulo de China? Son meros intentos desesperados de frenar un tren que avanza a toda velocidad y se dirige hacia un precipicio. Un recorte de 50 puntos básicos por parte de la Reserva Federal es como intentar detener un tren de carga con una pluma. Las expectativas del mercado ya han incorporado estos recortes, pero no serán suficientes. El mercado de bonos, que siempre ha estado por delante de la Fed, ha hablado: los rendimientos de los bonos a 10 años están cayendo porque el mercado sabe lo que se avecina: una gran recesión económica.
¿Y qué decir de China? La llamada potencia económica ha inyectado miles de millones de dólares en su maltrecho sector inmobiliario, pero eso es como darle a un paciente moribundo una inyección de adrenalina temporal. La economía china es una burbuja inflada por el exceso de deuda y de construcción, y cuando esa burbuja reviente, enviará ondas de choque a todo el mundo. El colapso del sector inmobiliario chino hará que la crisis financiera de 2008 parezca un contratiempo menor.
No olvidemos Oriente Medio. Es cierto que los precios del petróleo pueden aumentar temporalmente debido a tensiones geopolíticas, pero eso es sólo una distracción pasajera. El verdadero impacto llegará cuando los precios del petróleo caigan a 30 dólares el barril, debido a que la demanda se desploma durante una recesión global. Cuando eso ocurra, las compañías petroleras se declararán en quiebra, el desempleo se disparará y la economía entrará en una espiral deflacionaria.
En cuanto al oro y la plata, estos dos activos están a punto de brillar como nunca antes. El oro alcanzará los 3.400 dólares y la plata podría llegar a los 75 dólares. Pero no hay que sentirse demasiado cómodo. Incluso estos “refugios seguros” experimentarán una volatilidad significativa a medida que nos acercamos al final de este ciclo de mercado. El oro y la plata subirán, pero su pico señalará la ola final antes de que todo se derrumbe.
¿Recuerdan el año 2008? El colapso de Lehman Brothers desencadenó una crisis financiera mundial. Ahora imaginemos el mismo escenario, pero a una escala mucho mayor. Esta vez, no se trata solo de los bancos que se derrumban, sino de economías enteras. Se trata de un tsunami financiero mundial, y la mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta de que está justo delante de ellas.
La verdad es que se avecina una gran crisis, y ningún banco central, ningún estímulo ni ningún recorte de las tasas de interés podrá detenerla. El sistema financiero tal como lo conocemos se está desintegrando, y sólo aquellos que estén preparados sobrevivirán a la tormenta.
No se trata de una simple corrección del mercado, sino del final del juego. Es hora de elegir la estrategia para el acto final. Aprovecha las últimas ganancias y sal de ahí rápidamente. El tiempo se acaba.