El beneficio del caos también ha sido bendecido por la nueva candidata presidencial, Kamala Harris, vicepresidenta del Partido Demócrata. Sin duda está llena de etiquetas "políticamente correctas": inmigrantes, mujeres, afroamericanos, asiáticos, padres solteros divorciados...

Como encarnación del pluralismo estadounidense, Harris y el recientemente elegido compañero de fórmula de Trump, J.D. Vance, crean una sutil sensación de contraste.

Vance, un político blanco nadando contra la corriente desde el cinturón industrial de Estados Unidos, gritaba consignas de populismo y nacionalismo conservador. Su frase más famosa, "Nuestro país está actualmente gobernado por mujeres sin hijos y amantes de los gatos", parecía "políticamente incorrecta", pero se convirtió en un fuerte candidato a vicepresidente.

Los dos diputados presidenciales, a pesar de sus caminos de vida muy diferentes, representan una palabra que ha apasionado a innumerables personas: el sueño americano. Uno representa el "sueño americano" de los nuevos inmigrantes abiertos e integrados, que intentan reestructurar la hegemonía estadounidense en el mundo, y el otro representa el "sueño americano" de los estadounidenses blancos de abajo que esperan hacer grande a Estados Unidos otra vez y reactivar la manufactura.