A principios de la década de 2000, el panorama digital estaba experimentando una rápida transformación. Internet ya había abierto nuevas posibilidades para la comunicación, el comercio y la colaboración, pero aún había un anhelo por algo más revolucionario en el ámbito de las finanzas. Fue en este contexto que una figura, o quizás un grupo oculto detrás del seudónimo Satoshi Nakamoto, comenzó a hacer sentir su presencia de las maneras más crípticas.
El mundo en línea en ese momento estaba lleno de discusiones sobre las limitaciones del sistema financiero existente. Los bancos tenían un monopolio sobre el flujo de dinero, con transacciones que a menudo eran lentas, costosas y sujetas a los caprichos de las autoridades centralizadas. Había crecientes preocupaciones sobre las violaciones de privacidad, ya que las instituciones financieras tenían acceso a vastas cantidades de datos personales relacionados con los hábitos de gasto y la riqueza de las personas. Fue en estos terrenos fértiles de descontento donde se sembraron las semillas de una nueva idea.