Cuando la autorreflexión no surge espontáneamente, se necesita un esfuerzo adicional desde el exterior.
Para algunos, un paternalismo estatal abrupto y desconectado. Para otros, una alerta de servicio público.
A diferencia de un Casino, aquí puedes obtener resultados que van mucho más allá de la aleatoriedad de la suerte [que a menudo no quieres que llegue allí].
Aquí, con estudio y técnica te pueden llamar inversor. Allí, con falta de sentido crítico y avaricia, un adicto mediocre.
Así es como se empieza a cortar el mal de raíz. Que más incentivos como este sean comunes para aquellos que todavía son rehenes de las casas de apuestas.
¡Buen negocio a todos!
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