En el balcón, mirando el cielo estrellado a lo lejos, mi corazón se llena de infinita añoranza por el futuro. Sabe que, independientemente de los desafíos que le deparen, está preparado para afrontarlos. Porque ya no es el inversor minorista impulsivo, sino un inversor maduro y sabio que está alcanzando la cima de su vida.