En la oscuridad de la noche, Juan se encontraba en su cama, incapaz de conciliar el sueño. De repente, un frío helado invadió la habitación mientras el sonido de cadenas arrastrándose resonaba en sus oídos. En la pantalla de su computadora, la criptomoneda Pepe parpadeaba ominosamente, su valor disminuyendo rápidamente a un ritmo aterrador.

Las sombras danzaban en las paredes, tomando formas monstruosas que se burlaban de Juan. Un escalofrío recorrió su espalda cuando vio su saldo de criptomonedas desplomarse a cifras insignificantes, apenas un destello de lo que alguna vez fue.

El sudor frío cubría su frente mientras luchaba por entender lo que estaba sucediendo. Intentó vender sus Pepe desesperadamente, pero cada vez que intentaba hacer una transacción, su computadora se congelaba y una risa siniestra llenaba la habitación.

Con lágrimas en los ojos, Juan miró impotente cómo el valor de Pepe caía hasta niveles inimaginables, hasta alcanzar un precio casi insignificante: 0.00000001. Era como si su fortuna se desvaneciera ante sus propios ojos.

Justo cuando estaba a punto de rendirse ante la desesperación, Juan se despertó de golpe, empapado en sudor y temblando. Respiró profundamente, dándose cuenta de que todo había sido solo un sueño. Su corazón aún latía con fuerza mientras se daba cuenta de que su inversión en Pepe seguía intacta, y que el precio seguía siendo estable.

Con un suspiro de alivio, Juan se acurrucó de nuevo en su cama, agradecido de que la pesadilla fuera solo eso: una ilusión perturbadora de su mente.

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