Un día, un niño caminaba por el camino y encontró una piedra brillante. Se llevó la piedra a casa y la guardó en un cofre del tesoro. Pasaron los años, el niño creció y siempre llevó consigo esa piedra. Con el tiempo, se dio cuenta de que esa piedra era un verdadero tesoro: porque esa piedra se convirtió en un souvenir en el que el niño guardaba sus sueños y esperanzas.

Moraleja de la historia: El verdadero tesoro no son los valores materiales, sino los recuerdos y las esperanzas que nos hacen felices.