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Estados Unidos debe adoptar las criptomonedas No es ningún secreto que el tema de Bitcoin y el espacio más amplio de los criptoactivos ha sido un tema de controversia y debate en los Estados Unidos.

Desde ser ridiculizado por casi todas las instituciones financieras tradicionales de los Estados Unidos hasta tener 11 ETF de Bitcoin al contado que rápidamente atrajeron miles de millones de dólares desde su creación, está claro que el sector privado estadounidense ha adoptado Bitcoin y los pagos tokenizados.

Estas instituciones incluyen Blackrock, la empresa de gestión de activos más grande del mundo, y J.P. Morgan, el banco más grande e influyente de Estados Unidos. Mientras tanto, la inversión en Bitcoin continúa alcanzando máximos históricos y otros indicadores continúan apuntando a un mayor interés en el espacio, como la capitalización de las monedas estables y el resurgimiento de la industria NFT.

A pesar de estas tendencias, noticias e indicadores positivos del sector privado, la resistencia de las autoridades estadounidenses sigue siendo alta. La SEC continúa presionando para clasificar casi todos los criptoactivos como valores, presentando una demanda contra Coinbase, un intercambio registrado en la SEC, y lanzando una nueva investigación sobre las organizaciones que hacen negocios con la Fundación Ethereum.

Además, a pesar del aparente éxito de Bitcoin y otros activos tokenizados, los políticos siguen discutiendo. Elizabeth Warren ha sido una de las políticas anti-criptomonedas más duras de los Estados Unidos, y su postura se solidificó cuando la Casa Blanca reintrodujo recientemente un posible impuesto del 30% a los mineros de Bitcoin.

Esta división no puede continuar y es completamente contraproducente para una conversación seria sobre qué tecnologías están bien posicionadas para remodelar el desarrollo del dinero y el comercio.

Según un estudio del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, sólo el 19% de las transacciones en dólares estadounidenses se realizan en efectivo y sólo el 6% en valor.

No importa qué métrica se utilice para medir el punto de inflexión del comercio basado en dólares, la realidad es clara: el dólar se ha vuelto digital. Esto no significa descartar los argumentos a favor y en contra de las monedas digitales del banco central (CBDC), ambas partes tienen preocupaciones legítimas que deben abordarse de manera productiva.

Sin embargo, el debate en torno a la CBDC puede oscurecer la realidad de que las transacciones realizadas por empresas e individuos se han vuelto cada vez más digitales/virtuales.

En este contexto, parece una conclusión lógica que a medida que los pagos tokenizados y las transacciones basadas en blockchain sigan aumentando en frecuencia y valor, estas tecnologías pasarán a formar parte de las transacciones en dólares estadounidenses.

Hasta ahora, nombres conocidos como JP Morgan y PayPal han lanzado productos de pago tokenizados y monedas estables para uso interno, respectivamente. Luchar contra estas tendencias parece una medida miope.

El dinero es tecnología Partiendo del primer punto, cada vez está más claro que el dinero no es tanto una moneda (y mucho menos la obsolescencia de las unidades físicas) sino una tecnología.

A medida que la digitalización se acelera en todos los aspectos de la economía global, ya sea impulsada por blockchain u otras tecnologías, las monedas están pasando a otra aplicación de tecnología.

Dado que las transacciones digitales y virtuales representan una proporción cada vez mayor del volumen y valor total de las operaciones, y la tokenización de los activos de TradFi está en marcha (y liderada por instituciones de TradFi), la línea entre moneda y tecnología es casi visible.

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