Según Cointelegraph, a principios de la década de 1990, Estonia emergió del colapso de la Unión Soviética como una nación recién independizada. Mientras que muchas ex repúblicas soviéticas se centraron en reconstruir sus economías y estructuras de gobierno, Estonia reconoció una oportunidad única: el potencial de la tecnología digital para impulsar su transformación. Esta pequeña nación báltica vio Internet no solo como una herramienta de comunicación, sino como un medio para reimaginar la gobernanza, la participación ciudadana y el crecimiento económico. Esta decisión de adoptar Internet de manera temprana y completa no nació solo de la necesidad, sino que estuvo impulsada por la creencia de que la tecnología podría desempeñar un papel central en la configuración del futuro de la nación.

La transformación de Estonia se conoció como e-Estonia, una sociedad digital construida sobre los cimientos de Internet. En los últimos 30 años, no se ha tratado solo de adoptar nuevas herramientas y plataformas, sino de utilizar Internet para crear una sociedad más democrática, transparente y eficiente. Los ciudadanos han obtenido la capacidad de votar en línea, pagar impuestos, firmar documentos legales y acceder a casi todos los servicios gubernamentales (excepto los trámites de divorcio). Esta infraestructura digital aumentó la transparencia y la rendición de cuentas, al tiempo que hizo que los servicios gubernamentales fueran más accesibles para todos los ciudadanos. Ha convertido a Estonia en una de las sociedades tecnológicamente más avanzadas del mundo.